
La CIA autorizó un plan para sabotear las tecnologías occidentales que se sabía que robaba la Línea X del KGB. El mayor caballo de Troya creado por la CIA fue una bomba de relojería informática para un gasoducto de gas natural que quería construir el Kremlin entre Siberia y Europa del Este. A los gobiernos de Europa les preocupaba que ese gasoducto permitiese a Moscú tomar como rehenes a estados extranjeros necesitados del suministro de energía, una estrategia que Putin continúa hoy contra Occidente.
Los ingenieros soviéticos necesitaban ordenadores para controlar las válvulas de presión de la tubería y buscaron software en el mercado libre occidental. El gobierno norteamericano rechazó su petición, pero indicó sutilmente a los ingenieros cierta empresa canadiense que podría proporcionarles lo que Moscú quería. Los soviéticos mordieron el anzuelo y enviaron a un oficial de la Línea X a robar el software. Funcionó bien durante unos meses. Pero en junio de 1982 empezó a ir mal y acabó provocando una explosión de tres kilotones en el gasoducto. Las reparaciones costaron al Kremlin decenas de millones de rublos que mal podía permitirse.
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Servicios Soviéticos de Información y Seguridad, la dimensión paramilitar.
