El problema de la Rasputitsa:
Después de que el polvo destruyera los filtros, llegaron las lluvias y la rasputitsa. Las columnas de aprovisionamiento de Guderian avanzaban, en el mejor de los casos, a 12km/h. Al margen de las averías, la circulación con marchas cortas disparó el consumo de combustible. Hasta 300 litros a los 100km para un Panzer III, antes de que el consumo se disparase aún más en las operaciones campo a través. Teniendo en cuenta el reducido número de carros que había en las divisiones panzer, mover cincuenta carros de combate 100 kilómetros requería como poco unos 15.000 litros de combustible, y para empeorar las cosas, las estimaciones sugerían que durante las operaciones campo a través, la tasa de consumo se dispararía un 100 o 200 por ciento.
Tampoco era únicamente el combustible lo que el sistema logístico del ejército no lograba proporcionar en cantidad suficiente. Se necesitaban desesperadamente aceite, neumáticos nuevos, y piezas y motores de repuesto.
Como escribió un soldado, «a pesar de los esfuerzos de nuestros ingenieros es imposible obtener piezas de repuesto, y eso que hemos buscado en una distancia de hasta cien kilómetros en la retaguardia del cuerpo y del ejército».