En total, las fuerzas concentradas para la ofensiva inicial comprendían trece ejércitos de armas combinadas, un ejército de tanques, y cuatro ejércitos aéreos; siete cuerpos de tanques y mecanizados, y cuatro cuerpos de caballería; y docenas de brigadas y regimientos independientes.
Junto a la llegada de estos refuerzos, se produjo una reagrupación considerable en el seno de los frentes al objeto de crear las agrupaciones de choque (asalto) en los ejes seleccionados. Varias de las formaciones implicadas en esta gran reorganización tuvieron que viajar muchos cientos de kilómetros – unos 1.000 en el caso de dos ejércitos de armas combinadas procedentes de Crimea y del 5.º Ejército de la Guardia, que fue trasladado desde Rumanía
Una vez se hubo completado la concentración soviética, se habían desplegado casi 2,332.000 hombres, la mitad de ellos pertenecientes a tropas de combate –un tercio de los efectivos totales de todos los frentes operativos. Disponían de algo menos de 24.400 cañones, morteros y lanzaderas múltiples de cohetes, y 4.070 carros de combate y cañones autopropulsados. Como resultado de la concentración, los soviéticos consiguieron una superioridades operacionales de 2,5 a 1 en número de efectivos, 2,9 a 1 en artillería (incluidos los morteros), 4,3 a 1 en carros de combate y cañones autopropulsados, y 6,3 a 1 en el aire (concretamente, más de 10 a 1 en cazas).
Ni que decir tiene que mediante una combinación de medidas de economía de la fuerza y concentración, estas cifras se traducían en unas superioridades tácticas mucho mayores en los sectores clave: hasta 10-15 a 1 en infantería, 35 a 1 en artillería, y 20 a 1 en blindados. La Fuerza Aérea Roja disfrutaba del dominio del cielo sobre la totalidad del área de operaciones.