Las restricciones estratégicas de la geografía. GUERRA DE ARMAS COMBINADAS EN LA HISTORIA MILITAR DE ISRAEL

Aunque Israel salió victorioso de la Guerra de la Independencia, su supervivencia no estaba ni mucho menos asegurada tras las hostilidades. Después de todo, el mundo árabe seguía firmemente comprometido con la destrucción definitiva del país. Pese a que Israel había ampliado su territorio de forma sustancial durante la guerra, sus fronteras de posguerra seguían siendo muy desfavorables desde una perspectiva militar. Eran extremadamente largas, en relación con la superficie total del país, y esencialmente llanas, es decir, no ofrecían obstáculos geográficos de importancia a una invasión que procediese del norte, del centro o del sur. Además, ninguna de las principales ciudades, áreas industriales o bases militares de Israel se encontraba lejos de territorio árabe. De hecho, el centro del país –que albergaba al grueso de su población, la mayor parte de su industria pesada y muchas de sus instalaciones militares- era extremadamente estrecho, con menos de 16 kilómetros de anchura en cualquier punto. En consecuencia, Israel no sólo tenía unas fronteras indefendibles tras la Guerra de la Independencia, sino que, además, carecía de profundidad estratégica.

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La Segunda Guerra del Líbano. NO ESTÁBAMOS PREPARADOS. Cuadernos de Salamina N.º3

El 12 de julio de 2006, un destacamento bien entrenado y altamente motivado de combatientes de Hezbolá cruzó desde el sur del Líbano al norte de Israel, asesinó a tres soldados israelíes y secuestró a otros dos. El primer ministro israelí, Ehud Olmert, calificó la incursión de «acto de guerra» y proclamó que «Líbano sufrirá las consecuencias de sus actos». Con el convencimiento de que podían obligar a Hezbolá a desarmarse y retirarse del sur de Líbano mediante el inicio de una campaña aérea basada en los efectos, la Fuerza Aérea israelí comenzó a bombardear objetivos en todo el Líbano. Aunque inicialmente se vio sorprendida por los destructivos ataques aéreos, Hezbolá desencadenó su propio ataque en 24 horas, lanzando una extensa salva de cohetes contra Israel desde el sur del Líbano.

A pesar de que Israel dio garantías a Estados Unidos de una resolución «rápida y decisiva» del conflicto, los cohetes Katyusha de corto alcance de Hezbolá siguieron lloviendo sobre la población israelí. A medida que pasaban los días era cada vez más evidente, tanto para las Fuerzas de Defensa de Israel como para los analistas militares occidentales, que las acciones de la IAF estaban teniendo poco efecto sobre los cohetes de Hezbolá.

Cuando las IDF trasladaron sus fuerzas terrestres a regañadientes al sur del Líbano, la aparente ineficacia de la operación y la tenaz resistencia de los combatientes de Hezbolá dejaron atónitos a los observadores militares de todo el mundo. Tras años de operaciones de contrainsurgencia de gran éxito contra los palestinos, las IDF parecían bastante ineficaces a la hora de llevar a cabo con éxito una campaña terrestre convencional contra Hezbolá.

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Patton visita los campos de concentración. LA GUERRA COMO LA CONOCÍ

[Patton visita campos de concentración] En el campo de Ohrdruf había una serie de médicos supuestamente eminentes cuya rectitud profesional había sido tan completamente destruida que habían sido persuadidos para realizar algunos experimentos muy abominables con sus compañeros internos. Se informó de un caso en el que ochocientos esclavos habían sido inoculados con una vacuna anti-tifus y luego con la bacteria del tifus. De los ochocientos murieron unos setecientos, así que el experimento fue considerado no satisfactorio. El coronel Odom preguntó a algunos de estos doctores si había algo que pudiera hacer por ellos. Uno dijo que sí, que estaba haciendo un experimento muy interesante con un cerebro humano y necesitaba un poco de negro de carbón. Parece ser que el cerebro humano todavía estaba vivo.

En la sala de ejecución del complejo de Buchenwald había un elevador operado a mano que llevaba los cadáveres a una planta incineradora que había en la planta de arriba. Había allí seis hornos. El cadáver era puesto en una bandeja de carga muy similar a las utilizadas con los cañones de 155 mm y, a la orden de «¡Atención!», el borde de la bandeja topaba contra el taco de la puerta y el cadáver salía disparado hacia el interior del horno, donde quedaba calcinado en pocos instantes. El esclavo a cargo de este lugar estaba muy orgulloso y estuvo arrastrando su mano por el suelo para luego mostrarme lo limpio que estaba.

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La huida de la Brigada Lincoln. DE BELCHITE AL EBRO

Retirada de la Brigada Lincoln. Bessie consiguió escapar campo a través, escalando los márgenes de piedra que escalonan los bancales que cubren las vertientes de los valles y barrancos de la zona; o cayendo por ellos varios metros, cuando la oscuridad impedía descubrirlos a tiempo. En su fuga, tropezaron con algunos vecinos de la zona que, posiblemente, habían abandonado sus casas en los pueblos para buscar refugio en las casitas de laboreo del campo, los llamados «masos».

Estos les indicaron el camino para llegar hasta Móra d’Ebre. Sin agua ni comida, incapaces de saber dónde se encontraban, ni tampoco dónde estaba un enemigo que les daba caza, optaron por continuar su camino. Bessie asegura que a lo largo de la mañana vieron, a lo lejos, a varios grupos o columnas de hombres que, como ellos, intentaban alcanzar la retaguardia republicana. Su periplo acabó aquel 2 de abril, al llegar a Móra d’Ebre, que describió diciendo: «En las afueras de la pequeña ciudad sobre el Ebro pululaban los hombres desmoralizados y andrajosos, que vagaban perezosamente en el colmo de la confusión», asegurando que en aquella plaza no había ningún mando o autoridad ante la que presentarse o que organizase a los que allí se iban concentrando.

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Guerra entre caballeros. PANZER COMMANDER. Hans von Luck.

Los Hurricane debían de haber visto mis vehículos de reconocimiento acorazados. Supuse que nos esperaba un segundo ataque. Volví a enviar un mensaje por radio. «Hemos sido atacados por Hurricane, las secciones antiaérea y de artillería han quedado en gran parte fuera de combate. Anticipo nuevo ataque, envíen Messerschmitt». Las bases británicas debían hallarse cerca del frente. Apenas transcurrida una hora, estaban nuevamente de vuelta. Esta vez fue el turno de nuestros blindados. Con consternación, vi desde pocos metros cómo los Hurricane disparaban cohetes que atravesaban directamente nuestros blindados. Eso era nuevo para nosotros.

El único que permaneció en su vehículo fue mi operador de radio, que enviaba mis mensajes. Junto al vehículo estaba mi oficial de inteligencia, que transmitía al operador lo que yo le gritaba. Entonces, un aparato –creí reconocer el emblema canadiense- se acercó en vuelo rasante para atacar el vehículo blindado de radio. Desde una distancia de 20 metros, pude ver claramente la cara del piloto bajo su casco de vuelo. Pero en lugar de disparar, hizo una señal con la mano para que se alejase el oficial de radio y trepó con su aparato en un pronunciado ascenso. «Saca al operador del vehículo», grité, «a cubierto, los dos». El aparato había girado y se dirigía de nuevo hacia nosotros saliendo del sol por segunda vez. Esta vez disparó sus cohetes contra el vehículo de la radio. Por fortuna, los impactos no causaron demasiados daños. Esta actitud del piloto, fuera canadiense o británico, se convirtió para mí en el ejemplo de juego limpio en esta guerra despiadada.

Nunca olvidaré su cara ni el gesto de su mano.

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