En la tarde del 17 de septiembre de 1944 el teniente Joseph Enthammer, un oficial de artillería de la Wehrmacht acampado en Arnhem, contemplaba el claro cielo sin apenas creer lo que veía.
Parecía que cayeran blancos «copos de nieve». «No puede ser», pensó. «¡Nunca nieva en septiembre!» ¡Deben ser paracaidistas!