Llegó un oficial procedente de nuestra ala derecha. Le dijo al emperador que nuestros soldados se batían en retirada. «Estás equivocado», dijo él, «es Grouchy que viene». Entonces partió de inmediato en esa dirección para asegurarse del suceso.
El oficial regresó y confirmó que una columna prusiana avanzaba rápidamente sobre nosotros y que nuestros soldados se batían en retirada. No había manera de sostenerse. El emperador tomó medidas. Mediante una maniobra del ejército hacia la derecha se pudo rechazar a esta columna. Pero entonces llegó un ejército a cuyo frente iba el general Blucher, mientras Grouchy lo buscaba en el lado opuesto. El centro de nuestro ejército había quedado debilitado por esta maniobra.
Eso le dio un respiro a los ingleses, ya que no podíamos enviar refuerzos a Ney, que según nos dijeron los oficiales, estaba en peligro de muerte. El ejército prusiano había logrado ponerse en línea, se había completado la maniobra de unión de los coaligados. Se podían contar dos o tres contra uno, no había manera de sostenerse. El emperador, abrumado, llamó a su guardia y la hizo marchar hacia delante hasta el centro de su ejército en columnas cerradas. Seguido de todo su estado mayor, formó los batallones en cuadros.
Tras haber finalizado esta maniobra, espoleó su caballo hacia delante con el objeto de entrar en el cuadro mandado por Cambronne; pero todos sus generales lo rodeaban. «¿Qué estás haciendo?», le gritaron. «¿No es suficiente para ellos haber obtenido la victoria?». Su designio era conseguir que le matasen. ¿Por qué no le dejaron que lo cumpliese? Le hubiesen ahorrado muchos sufrimientos y, al menos, todos hubiésemos muerto a su lado….