La cuarta entrega de la monumental obra sobre Barbarroja de David Stahel, decidacada a la batalla de Moscú suscitó en su momento valoraciones de diversos historiadores de prestigio que compartimos con vosotros.
«Otro excelente estudio de David Stahel, cuya minuciosa evaluación de las fuentes alemanas lleva a un revelador análisis en su conjunto». Michael Jones
«Stahel ofrece una visión fresca y definitiva sobre uno de los grandes puntos de inflexión de la Segunda Guerra Mundial, ilustrando de nuevo por qué es uno de los mayores expertos mundiales en el ataque de Hitler a la Unión Soviética. Su narrativa es intensa, sus ideas provocadoras y su investigación exhaustiva. ¡Una obra magistral!» Craig W. H. Luther
«Stahel argumenta de modo convincente que la sobreextendida, agotada e incompetentemente dirigida Wehrmacht sufrió una derrota inevitable frente a Moscú. Un relato fresco y acertado que pone de manifiesto el delirio del alto mando alemán». Jeff Rutherford
«La batalla por Moscú fue, sin duda, uno de los puntos de inflexión de la Segunda Guerra Mundial. En este estudio, cuidadosamente estructurado y bien documentado, David Stahel explora las opciones alemanas en lo que se estaba convirtiendo claramente en una campaña imposible de ganar. Se trata de Historia Militar sólida que pone en tela de juicio lo que creíamos que ya sabíamos sobre la guerra en el Este». Richard Overy
Una de las más esclarecedoras, valientes y deslumbrantes revelaciones de David Stahel, en su libro Moscú 1941, es la de reconocer que parte de los carros de combate soviéticos (especialmente los T-34 y los KV-1), aparte de los poco fiables Matilda británicos, que posibilitaron frenar a los alemanes (además del terreno, la meteorología y la malísima planificación logística) a pocos kilómetros de Moscú en el otoño de ese año, fueron fabricados en el Reino Unido y transportados hasta Murmansk y Arkangelsk en los convoyes de la Royal Navy durante los primeros meses de la guerra en el este. Así se viene a reconocer que los soviéticos gozaron de tecnología angloamericana, además de sus fábricas, para producir en cantidades gigantescas carros de combate, aviones, cañones, fusiles, ametralladoras, transportes y munición, sin la cual hubiesen sucumbido en pocos meses, pues en la Rusia soviética, era dificultoso producir en masa incluso simples muebles de madera. Es el secreto mejor guardado de la segunda guerra mundial y explica la sorpresa de Adolf Hitler, incluso a los pocos días de iniciar la invasión de la URSS, según la cual expresó a varios militares (Guderian, por ejemplo), a Mussolini y a Mannerheim después, que de haber sabido que los rusos tenían tantos tanques, no hubiese dado la orden de invadirlos, quedando claro que no estaban, para nada informados de esa ayuda crucial. Además, esa ayuda, y la previa de USA a UK, precipitó su acuerdo para que Japón atacase las bases de USA en el Pacífico, pues ya era claro, incluso en suelo soviético, que de dos años atrás y hasta entonces, Alemania no ganaba la guerra porque todos sus enemigos eran armados y defendidos por los americanos. USA ya luchaba contra Alemania desde septiembre de 1939, aunque no oficialmente.
Es un primer paso para que un día se esclarezca esa ayuda vital para la URSS prestada tanto por sus aliados británicos, como por los de USA, que hicieron posible la victoria comunista sobre media Europa y China.