El 1.er de Voltigeurs, que estaba delante de nosotros, logró llegar casi hasta los pies de las baterías pero fue detenido por un cuerpo de coraceros, los mismos hombres con los que habíamos lidiado en la madrugada del 15 y que no se atrevieron a cargar sobre nosotros.
Entonces se retiró a la izquierda de la batería, formando un cuadro casi frente a nuestro regimiento. La caballería enemiga volvió de nuevo al ataque pero fue recibida con un intenso fuego de los voltigeurs que mató a una gran cantidad de jinetes. Llevaron a cabo una segunda carga y se encontraron con la misma recepción, que dejó el lugar atestado de hombres y caballos. Una tercera carga, apoyada con botes de metralla disparados por dos piezas artillería, logró al fin el éxito.
El regimiento fue arrollado. El enemigo rompió el cuadro y aniquiló a sablazos a sus integrantes. Aquellos pobres desgraciados, casi todos muy jóvenes, al tener las manos y los pies casi congelados, no tenían capacidad para defenderse y fueron completamente masacrados. Presenciamos esta escena sin poder ayudar a nuestros camaradas. Solo regresaron once hombres; el resto murieron, fueron heridos o acabaron capturados, llevados a golpes de sable a un pequeño bosque que teníamos enfrente. El propio coronel, cubierto de heridas, fue hecho prisionero junto a varios de sus oficiales.