Al norte, el Tercer Grupo Panzer de Reinhardt se retiraba del frente del cerco, relevado por elementos del Noveno Ejército de Strauss.
Para la tarde del 11 de octubre, la 6.ª División Panzer de Landgraf avanzaba hacia el noreste, dejando únicamente a la 7.ª División Panzer de Funck para que continuase la defensa de la línea contra lo que Reinhardt había descrito como «fuertes intentos de ruptura soviéticos». De hecho, la elevada cantidad de bajas de las batallas anteriores complicaron estas últimas, porque no se estaba produciendo un reemplazo de las pérdidas. Se disolvían las secciones y se refundían las compañías con el objeto de llevar a las unidades a su plenitud de efectivos, pero el frente no reducía su tamaño, lo que significaba que las unidades tenían que lidiar con sectores desproporcionadamente largos.
En una ocasión, dos secciones recibieron órdenes de defender un sector de tres kilómetros y medio de anchura, con el resultado de que al menos una posición con 40 defensores fue arrollada resultando todos muertos. En ese mismo tiempo, en otro sector del frente, las fuerzas soviéticas fueron presa de un mortífero fuego que les infligió pérdidas terroríficas. Un teniente alemán del 7.º Regimiento de Granaderos describió el ataque contra su línea:
«Las primeras ráfagas causaron pérdidas enormes en hombres y material. Su ataque era absolutamente increíble. Columnas enteras en movimiento con artillería, columnas de caballos y camiones entre ellos, saliendo de los bosques que había detrás [de la población] de Shekulina. Sin desviarse, vinieron directamente hacia nosotros. ¡Qué blancos presentaban para nuestros observadores adelantados de artillería! Éstos enviaron andanadas de artillería, sin pausa, una detrás de otra, sobre las hordas enemigas. Causaron una destrucción absolutamente increíble».