No es de sorprender que el alto mando alemán buscase desviar las críticas de su total falta de preparación hacia lo que ellos llamaban los generales «Barro» e «Invierno», los aliados estacionales de los rusos. Sin embargo, no había nada sorprendente en el barro, el hielo y la nieve en Rusia occidental en octubre y noviembre.
Como observó después de la guerra un antiguo oficial del OKH: «Que hace frío en Rusia en este tiempo es parte del ABC de una campaña oriental».44 De forma similar, Churchill se mofó del mando alemán en un discurso de mayo de 1942 al afirmar: «Ya sabéis que hay invierno en Rusia. Durante un buen puñado de meses la temperatura es propensa a bajar mucho. Hay nieve, hielo y todo eso. Hitler se olvidó del invierno ruso. Debió tener una educación deficiente». En realidad, el alto mando alemán se lo había apostado todo a una victoria en Moscú antes de la llegada de la peor parte del invierno y los hombres del Grupo de Ejércitos Centro tuvieron que sufrir las consecuencias.
Erich Hager afirmó en su diario el 6 de diciembre que el termómetro había bajado hasta los -40 ºC en el área de operaciones en torno a Tula. Franz Frisch observó que, además del frío, la visibilidad quedó reducida prácticamente a cero como resultado de las ventiscas de nieve procedentes del este. Siegfried Knappe escribió que sus dedos se enfriaron tanto que, a pesar de llevar guantes, le resultó imposible realizar movimientos de precisión, incluido el acto de disparar el fusil. Su testimonio aludía al impacto que esto estaba teniendo en su moral: «No podía evitar preguntarme si nuestros superiores en Berlín tenían idea de a dónde nos habían enviado. Tales pensamientos constituían derrotismo, lo sabía, pero se trataba de un peligro de escasa consecuencia dadas las circunstancias».
Puede que Knappe se reservase esos pensamientos «derrotistas» para sí mismo, pero no estaba solo en absoluto. Max Kuhnert recordaba después de la guerra: «Caminar por la gruesa capa de nieve, resbalando y tropezando, un minuto congelándome a causa de los vientos gélidos y al siguiente sudando por la fatiga me dejó la moral por los suelos». En esencia, los soldados eran incapaces de ver una salida a su sufrimiento y temían que lo peor estuviese por llegar. Mientras Helmut Günther observaba la desesperación que había a su alrededor, recordaba:
«Solo aquellos que lo experimentaron saben [que había] hombres con ropa inadecuada y que andaban faltos de sueño, hambrientos y sin esperanzas de ver alguna mejora en su situación».50 Las condiciones gélidas eran de por sí suficiente tormento y, con la moral alemana ya baja, la contraofensiva soviética amenazaba con llevar al Grupo de Ejércitos Centro a una situación de caos, peligro y desesperación que pocos podían imaginar…
En este libro, David Stahel incurre en varias mentiras flagrantes:
1- La táctica de tierra quemada fue profusamente aplicada por el Ejército Rojo, por órdenes de terror impuestas por el genocida Stalin, en su retirada de verano de 1941 para evitar que ganado y cosechas cayesen en manos alemanas. Lo que los alemanes destruyeron a partir del 5 de diciembre, era lo que justamente habían reconstruido en su avance. Después, a partir de 1943, los campesinos adolescentes y ancianos en su mayoría, que habían sobrevivido en zona ocupada, fueron en no pocos casos obligados a ir por delante del Ejército Rojo por campos de minas, como fuerza de choque con un fusil, etc. Stalin empleó a su propia población civil como carne de cañón y como castigo por colaborar con el invasor alemán. Además, los partisanos, multiplicaron las penalidades de sus propios conciudadanos, los saqueos, los incendios y asesinatos.
2- La URSS, ya mucho antes de la guerra, es decir, en tiempos de PAZ (y no digamos ya en tiempos de guerra), era un infierno de MUERTE (decenas de millones de asesinados por no ser comunistas o por oponerse al comunismo tan solo de palabra), TERROR (un estado policial implacable en el que hasta los hijos o vecinos entregaban al NKVD a cualquiera, familiares incluidos, o incluso sin pruebas), HOLODOMOR (hambre masiva y mortal por millones, pues a la gente mínimamente normal en cualquier lugar y tiempo no le gusta entregar coactivamente todo lo suyo al Estado, y el soviético fue el más salvajemente explotador y saqueador de toda la historia de la humanidad), BARBARIE COLECTIVIZADORA (en industria y agricultura, lo que llevó a una caída bestial de la producción en TODOS los sectores productivos, al privar a la gente del fruto de su esfuerzo en forma de bienes de consumo. Y si creció cuantitativamente la producción de minerales y acero algo, fue gracias a las amenazas de muerte a toda la población. Ni Zinoviev, ni Kamenev, ni Bujarin, ni ningún máximo dirigente se vió libre de ser asesinado con las más fabulosas acusaciones, típico de aquel régimen que atribuyó los crímenes de Katyn y otros millones de víctimas, a sus enemigos), GULAGS SIBERIANOS (para cualquier disidente), EJECUCIONES ARBITRARIAS (incluido por ser «mercader judío», que no se libraron, aunque lo oculten y nunca lo hayan denunciado), ESTADO CARCELARIO (Stalin impuso un pasaporte incluso a nivel local para poder moverse por el país, del que profusamente informó a occidente Solzenytsin y una tal Svetlana Aleluieva años despúes), TRABAJO ESCLAVO sin derecho a huelga ni protesta mínima y con jornadas laborales de hasta 16 horas, y muchísimas más barbaridades que Stahel, como el 99,9% de historietadores de universidades occidentales, oculta o atribuye, con maldad o por un sueldo, a los alemanes. Solo decirle que hasta el historietador Robert Service, nada sospechoso de ser anticomunista, reconoce que durante el holodomor que provocó la colectivización agraria (1932/1933), hubo gente que se alimentó de carne humana, (además de perros, gatos, ratas, etc.), es decir, que en la URSS, el CANIBALISMO fue muy frecuente en tiempos de «paz» para evitar morir de hambre, no digamos ya en tiempo de guerra en su territorio aún no ocupado (en el ocupado por los alemanes, Stahel, como los demás historietadores, ocultan el hecho de que los koljoses fueron desmantelados y los ciudadanos pudieron producir y vender en mercados libres su producción en los sitios donde no había frente cercano, que lógicamente, y a pesar de la falta de hombres jóvenes, aumentó considerablemente respecto al período de paz anterior al 22/11/1941. Muchos de esos campesinos ucranianos, rusos, y no digamos bálticos, recibieron como liberadores a los alemanes y Stahel no cifra la cantidad de Hiwis o empleados de los alemanes porque resultaría escandaloso para los que se han formado en la versión embustera oficial de la guerra contra o a favor del comunismo soviético, que eso y no otra cosa fue la II GM). Es un conjunto de omisiones escandalosas en un supuesto profesor universitario (nada menos) y asesor militar, que solo puede obedecer al intento de justificar propagandísticamente el apoyo anglo-norteamericano democrático al comunismo para su triunfo en la guerra y su expansión mundial en lucha contra los antikomintern, ante su opinión pública en continuo estado de coma mental y espiritual).
3- La URSS ganó la guerra, gracias a la ayuda de USA y UK (no se busque otra razón ni errores de los alemanes ni gaitas), imprescindible para su supervivencia más allá de los 3 ó 4 primeros meses de guerra, como sorpresiva total para todos los alemanes, Hitler incluido, que no esperaba que la tecnología anglo americana (tanto de los gobiernos, como de fabricantes particulares de armas que comerciaban con la URSS a cambio de oro y diamantes al margen del gobierno y de las leyes de comercio mundial) hubiese proveído tan bien y hubiese ayudado a la URSS a construir una industria militar (de ningún otro ramo, siquiera textil) moderna, mínimamente eficiente (aunque con mano de obra millonaria esclava, como han reconocido los propios supervivientes) y masiva (ni una sola de las armas soviéticas decisivas, cañones, artillería, tanques, cazacarros, aviones de caza, bombarderos, fusiles, etc., es de diseño y tecnología soviética. Todos fueron de patente anglo norteamericana. Y la ingeniería juega un papel clave en las guerras, aunque la mayoría de historietadores lo ignoren a propósito). Bien se puede decir que USA y, en menor medida, UK, armaron contra Alemania a las decenas de millones de esclavos de Stalin que lucharon no por patriotismo, ni por propaganda, ni ideología, ni por ninguna otra razón que el TERROR ROJO, ejercido incluso sobre miembros de la familia del soldado y sobre sus compañeros de unidad para prevenir su deserción, pase al enemigo (que los hubo por centenares de miles), rendición al enemigo, huida, etc.
4- Alemania tenía libre circulación de población por todo el territorio antes de 1/9/1939, además de recibir a centenares de miles de trabajadores de otros países (por ejemplo, España) que acudieron a Alemania a ganar un sueldo generoso que en su país jamás hubiesen podido soñar tener, un sueldo con el que volver a su país de origen con las remesas, que no trabajadores deportados, como los enviados a Siberia por Lenin y Stalin. Por contra, de la URSS querían huir hasta los propios comunistas, que se dice pronto, aunque Stahel, en la línea casi de todos, oculta, pero no podían huir. La URSS era y fue siempre un ESTADO CARCELARIO que impidió no solo la salida del país a su población (algo inédito hasta hoy). Levantaba sospecha de sabotaje, de ser «enemigo del pueblo» o espía, el simple hecho de tomarse la libertad de moverse entre pequeños pueblos o ciudades sin permiso o salvoconducto de los comisarios bolcheviques, aunque solo fuera para ver a un pariente. Esto también lo obvia y silencia Stahel, que seguramente no es libre aunque muchos lo crean así. No hay profesores universitarios libres. Eso desapareció ya hace décadas.
Teniendo en cuenta esto, las autoridades soviéticas NO evacuaron en toda la guerra a nadie hacia el este, salvo ingenieros, técnicos y obreros especializados imprescindibles (por supuesto que a punta de fusil o de modo obligatorio, pocos por convicción comunista), pero no a población rural o buena parte de funcionarios de ciudades y mano de obra no especializada, porque de hacerlo así, hubiesen sucumbido TODOS de pura y dura hambre (mucha más población para la escasa provisión de alimentos, solo paliada con ayuda USA en cereales, conservas, carne enlatada, etc., vital e imprescindible para poder continuar la guerra). Todas las cifras que presenta Stahel son pura fábula propagandística más propia de comisario bolchevique que de profesor serio de universidad. Ni en sueños «evacuaron» a tantísima población. Los comisarios prefirieron dejarlos para que cargasen los alemanes con su alimentación, ya extraordinariamente deficiente en tiempo previo de paz, no digamos ya al haberles quitado en retirada hasta la semiente, el ganado, maquinaria, etc. (que eso sí lo evacuaron allí donde pudieron). A las autoridades soviéticas NO les importó asesinar en masa a SUS PROPIOS ciudadanos (Lenin y Stalin consideraban el hambre como un arma política) por decenas de millones de hombres, mujeres, ancianos y niños, por lo que la sensiblería falsa y farisea tipo Illya Ehrenburg en un libro que pretende ser «historia militar» sobra.
5- Sin entrar en la estéril discusión sobre si el GEC alemán se salvó gracias a la orden de alto de Hitler o a pesar de ello (tras centenares de páginas criticando la testarudez de Hitler y la de los que afirman que gracias a él se salvó el grupo de ejércitos centro, Stahel comenta en la conclusión de su libro propagandístico que todo es cuestión de «perspectiva», o sea pura cábala o especulación, ajena por supuesto a los hechos), Stahel sí cita un dato que seguramente es cierto por proceder de fuentes alemanas (las únicas fiables. Las soviéticas ni en sueños, incluso hoy día con Putin al mando) que destruye su mismo argumento según el cual Alemania perdió la guerra ya en 1941. Ese dato indica que la relación de bajas alemanas frente a bajas soviéticas era de 1 a 10 aproximadamente. Pues bien, si tal proporción se hubiese logrado mantener en los meses siguientes, la URSS hubiese sucumbido para la primavera de 1943 incluso con toda la ayuda militar de USA/UK. Lógicamente, a medida que la guerra transcurría, se fue imponiendo más el criterio de los comandantes soviéticos, especialmente Zhukov, Rokkosovski y Konev, que ya habían aprendido bastante de los meses previos, y lograron así reducir tal proporción a la que se mantendría toda la guerra, de una baja alemana por cada seis soviéticas, la cual pudo ser asumida por el Ejército Rojo.
6- También es falsa la afirmación de que las pérdidas alemanas de equipo (armas y munición, especialmente armas pesadas) fueron determinantes para la derrota alemana. Es falso porque a partir de la segunda mitad de 1942, las mejoras alemanas en tanques, cañones autorpropulsados, cazacarros, artillería y aviación, dejaron en nada a las armas con las que Alemania pretendió dar una patada al edificio en ruina que era la URSS (y que hubiese sido de no haber intervenido en su auxilio USA y UK) en 1941. Las mejoras, tanto cuantitativas (la industria alemana multiplicó su producción hasta 1945) como cualitativas del armamento alemán, fueron tan evidentes que no solo la URSS, sino ningún otro contendiente occidental, podía igualar el poder de fuego de las mejores armas alemanas (excepción hecha de la Kriegsmarine en cuanto a buques de superficie, pues Hitler nunca había previsto tener que luchar con UK y su imperio, mucho menos con USA). No fueron armas lo que faltó a Alemania para ganar, sino COMBUSTIBLE, de ahí la insistencia de Hitler en la economía de guerra y en proteger los pozos rumanos. De hecho, Alemania tuvo que prescindir de operaciones del arma acorazada (incluso abandonar y destruir carros de combate por no poderlos abastecer de combustible) y de aviación (la Luftwaffe era una segadora de aviones de caza y de bombardeo aliados sobre suelo alemán, cuando podía volar, pero podía volar poco por falta de combustible), por no tener una provisión de combustible adecuada para la guerra. El COMBUSTIBLE fue el factor determinante de la derrota alemana, por eso Hitler ya insistió desde el principio en tratar de apoderarse de Crimea y del Cáucaso (en lugar de tomar Moscú o Leningrado), donde estaban los pozos petrolíferos necesarios para sus planes militares. El COMBUSTIBLE hizo perder a Rommel en África y al Ostheer en Rusia, sin más. Las batallas en las que las tropas panzer alemanas tenían combustible suficiente, se convertían en sangrientas carnicerías de todos sus oponentes, tanto en occidente, como en el este, con una desproporción de destrucción a favor de los alemanes altamente significativa.
Sí pudo ser más dañino para Alemania la pérdida de 302000 soldados en 1941, especialmente teniendo en cuenta un frente de más de 3000 kilómetros en los próximos años y por tener que recurrir a húngaros, rumanos e italianos (extraño que el Afrika Korps no hubiese sido sustituido por los italianos en Rusia). Alemania solo tenía la opción de ganar la guerra con su Blitzkrieg. No pudiendo darse ésta, solo podía esperar una propuesta de paz de los anglo norteamericanos que nunca llegó.
7- Lo del porno capítulo que introduce Stahel sobre los cuatro degenerados que hay en cada unidad es de fábula verde grotesca. Stahel, lupa en mano, describe sórdidos aspectos del mosquito (lo de las putas neerlandesas llevadas o deportadas a burdeles de Rusia es para darle a Stahel uno de esos doctorados cum laude de hoy día, por las mentiras más rocambolescas que genere el intelecto), pero tapa con lona de circo la manada de camellos que los hechos pusieron a la luz. Resulta paradójico que el ejército más salvajemente asesino de violadores de toda la historia de la humanidad, el Ejército Rojo, no haya sido ni tan siquiera citado en su porno capítulo por este supuesto profesor de universidad anglo parlante que está a la altura del 100% de los historietadores de su habla, claro barriendo para casa, que para eso le pagan. El oficio de prostituta no se si será el más antiguo, pero lo que sí es claro es que es el más extendido y frecuente de toda la tierra.
8- Por último, Stahel escribe sobre el ideal «nacionalsocialista» aunque sin entrar demasiado en qué será tal cosa. Bien. De socialista tiene su populismo, pues, al fin y al cabo, Hitler llegó con votos democráticos a donde llegó, pese a quien pese. En el III Reich hubo menos socialismo que en la Real Casa Británica, por mucho que se diga que su majestad Isabel II de Inglaterra simpatiza con el ideal progresista.
El ideal de Hitler (y de otros muchos anticomunistas de su época, que querían evitar que la «revolución» bolchevique se extendiese a sus países, todos con sus matices), llamado de modo POPULISTA nacionalsocialismo por el propio Hitler, dejémoslo en NAZI, para abreviar, era PATRIOTISMO (unidad de la patria sin divisiones ni regionales ni religiosas y amor desinteresado a la patria hasta el punto de dar la vida por ella, como casi toda la historia), TRADICIÓN (amor y admiración a los hechos históricos honorables, que toda nación los tiene), ANTIMARXISMO (anticomunismo, antisocialismo, antisocialdemocrático, antiprogresismo, anti izquierdista), ANTIPARLAMENTARISMO DEMOCRÁTICO (por considerarlo lo que es, un engaño demoníaco y anestesiador, aunque se consienta por la mayoría de su población), ANTIMASONERÍA, ANTIJUDAÍSMO (aunque el racismo de los enemigos de Hitler era incluso mucho más extremo, criminal y genocida, y no centrado en política. Stalin libró una auténtica guerra de exterminio a todo enemigo del comunismo. Menos mal que se le interpuso Hitler, de lo contrario, el comunismo llega al Atlántico ya en los años treinta, pero de eso nunca se habla) y militarismo (con sus valores presentes en TODOS los ejércitos serios del mundo (salvo los tipo Pancho Villa): mérito, jerarquía, autoridad del mando, sacrificio, esfuerzo, disciplina, orden, obediencia, austeridad, reciprocidad entre soldados, concienciación de la importancia de defender la patria frente a los que quieran esclavizarla y por los seres queridos y amigos, actitud vigilante, reciedumbre física, mental y espiritual, entrenamiento, formación académica, etc.).
Este IDEAL es tan furiosamente ODIADO hoy (para ello se han enseñado a las tres últimas generaciones de la tierra para que así piensen, incluso con innumerables películas, series de tv, relatos de historietadores, propagandistas, etc.), como satanás odia a Jesucristo, Dios y Hombre Verdadero (para los comunistas y demócratas NO, especialmente para los anglo parlantes, cuyas naciones son PRINCIPALES RESPONSABLES de la expansión del comunismo por el mundo aunque lo nieguen a cada segundo). Es tal cual, guste o no. Por eso se odia tanto a la patria, al ejército (no existe un ejército democrático en lugar alguno), a la tradición y a todo lo bueno y santo, especialmente por los más jóvenes, pues así han sido «instruidos». Y Stahel contribuye a esa «instrucción».
Espero que el comentario no sea censurado por Ed. Salamina, pues la mentira hay que desenmascararla con valentía, como se espera de un soldado, como seguro serán muchos en Editorial Salamina, se supone.
Ah, sí, otra cosa respecto al tema de las drogas que cita también en su libro de fábulas Stahel.
Si en la Alemania de Hitler, que cerró prostíbulos, cabarets y todo tipo de obra teatral o cine soez o porno a golpe de puñetazo, porra o pistola de las SA y luego Gestapo, se le ocurre a alguien propagar opio o cualquier otro tipo de droga, le hubiesen arrancado la piel a tiras antes de enviarle a uno de esos campos de trabajo forzados o de concentración.
No. No cuelan los camellos por el sórdido mosquito. En el III Reich esas cosas no. En Australia, Nueva Zelanda, USA, UK e imperio, Canadá, en todas las esquinas, pero en Alemania de Hitler, ni por asomo. Las drogas, sean cuales sean, merman el rendimiento de cualquier persona, no lo estimulan. Las drogas pueden hacer creer a quien las toma que vuela y que ni la policía puede abatirle si le disparan, pero eso no quiere decir que pueda volar o detener las balas. Stahel vuelve a mentir con su propaganda. Nadie puede pasar días y días sin dormir. Eso no se dio. Es otro asqueroso intento de desacreditar algo a lo que se odia furiosamente, el régimen de Hitler, para mal justificar la lucha no provocada contra él de sus naciones anglo parlantes.
Hay testimonios de muchísimos soldados españoles de la División Azul y pilotos de la Legión Azul, los únicos testimonios que pueden ser considerados en toda Europa como testimonios fieles a la verdad y LIBRES, que tienen mucha más validez que todos los historietadores angloparlantes juntos (no digamos ya los rusos o progresistas), sobre lo que era la Wehrmacht, la lucha contra el comunismo en el este, lo que era aquella Alemania, etc. y para nada coincide tan solo uno de ellos siquiera con lo que cuentan los propagandistas demo comunistas de uno u otro lado.
De hecho, en Alemania, hasta hoy, y bajo un régimen democrático liberticida aunque se diga lo contrario, se ha vivido con respecto a la IIGM una suerte de trastorno colectivo dual consistente en que ya 3 generaciones de alemanes han sido «instruidas» en la idea de que sus bisabuelos, abuelos, padres, tíos abuelos, tíos, hermanos mayores, etc., eran los asesinos en masa que gasearon a 6 millones de judíos en cámaras de gas de campos de concentración aunque los necesitaban como mano de obra esclava (incoherencia TOTAL), en tiempos de GUERRA, no se olvide esto. Y sin embargo, cuando esos mismos alemanes estudiantes volvían a sus millones de hogares del colegio, instituto o universidad, y hablaban discretamente preguntando en casa a sus parientes supervivientes alemanes (muchos ex de las SS, Gestapo, etc.), éstos no acertaban a entender cómo pudo ocurrir tal cosa de la que ellos es que ni tan siquiera tuvieron la más mínima noticia ni rumor ni nada de nada (que ellos ni vieron ni perpetraron tales cosas y así en DECENAS DE MILLONES de hogares alemanes durante más de 8 décadas), es como si toda la población de entonces hubiese cometido sus maldades en un estado generalizado de SONAMBULISMO PROFUNDO, o bien y más probable, la propaganda «histórica», al servicio de la política, como la que atribuye el incendio de Roma a los cristianos, tardase varias décadas aún en ser desmantelada y desenmascarada con la caída del imperio, porque la mentira generalizada conviene, y mucho, a los más poderosos, al menos mientras vivan.
Y de los fabulosos testimonios que arrancaron los comisarios soviéticos a ciertos mandos alemanes (profusamente publicados con todo lujo de «detalles»), la credibilidad es similar a la que Stalin pretendió de los camaradas más cercanos que le llevaron al poder durante aquellos procesos de Moscú, es decir, de Bujarin, Zinoviev, Kamenev, Yagoda, Yezhov, etc. firmando una «confesión» manchada de sangre en la que se «culpaban» de ser «espías de UK y de su rey», «conspiradores para matar al camarada Stalin», «enemigos del proletariado y amigos de los burgueses occidentales», «traidores a la patria del proletariado», etc., para salvar a sus familias del destino que ellos mismos corrieron en la Lubianka (centro «especialista en lograr confesiones») y otros lugares. Así se obtuvieron esos testimonios, que hoy tanto prodigan en la «instrucción» pública y privada oficial por orden de poderosos y políticos de todo signo y que chocan de frente con el que los alemanes de 3 generaciones obtuvieron de primera mano en decenas de millones de hogares alemanes por boca de sus parientes supervivientes.