La retirada hasta Caspe. DE BELCHITE AL EBRO.

El 14 de marzo fue otra jornada de retirada caótica para los internacionales, en la que la desorganización de las unidades y la desinformación sobre la situación general fueron las notas predominantes. Como ya hemos constatado, aquella situación no era consecuencia de una deficiente organización de las Brigadas Internacionales, aunque esta fuese un hecho probado, sino de la inexistencia de un órgano de mando capaz de recabar información sobre lo que estaba sucediendo, analizarla correctamente y transmitir las órdenes necesarias para hacer frente a la situación que se estaba produciendo.

En definitiva, el mando del Ejército del Este, como denunciaba el Comisario General, no ejercía sus funciones, como tampoco la había hecho el del XII CE y tampoco, al parecer, lo hacía el del XVIII CE. Sin cadena de mando, cualquier medida encaminada a resolver la situación que pudiera ordenar el general Rojo, era poco más que una declaración de intenciones. Mientras, sobre el terreno, con el enemigo pisándoles los talones, miles de hombres intentaban gestionar la situación sin recursos, información y orientación de sus superiores. Sin nada de eso, se imponía la necesidad de salvar la vida por encima de cualquier otra cosa.

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