La operación Neptuno fue uno de los mayores éxitos de la historia militar a nivel táctico y tecnológico, pero los planificadores no prestaron suficiente atención a lo que vendría después. A nivel operacional, una posible forma en la que los planificadores aliados podrían haberse enfrentado, quizá, al problema de los setos y a las tierras anegadas de la península de Cotentin hubiese sido la asignación de blindados y elementos de movilidad. La concentración norteamericana en Normandía no tardó en incluir una mayor fuerza acorazada que la británica.
El Ejército de Estados Unidos disponía de suficientes divisiones acorazadas como para haber acelerado dicha concentración más aún. Las fuerzas norteamericanas tenían una movilidad superior a las británicas, con camiones de mayor robustez y durabilidad, así como una mayor abundancia de equipo de pontones. Sin embargo, las tropas estadounidenses, las más móviles de los Aliados, tuvieron que enfrentarse al peor terreno del bocage y a las zonas anegadas, mientras que los británicos operaron en terreno menos accidentado con una menor capacidad para explotar dicha ventaja. Los Aliados contribuyeron a que se malograse su principal ventaja: la movilidad estadounidense. Después vendría el punto muerto en los setos normandos y la indecisión tras la ruptura de Cobra y posterior envolvimiento en Falaise.