La moral soviética en 1942 – PICADORA DE CARNE. Prit Buttar

[Gorvachovsky] Existe la creencia generalizada de que nuestro pueblo no perdió la fe en la victoria desde el primer día de la guerra. Esto no es cierto. De hecho, la confianza en la victoria sobre el enemigo no apareció hasta 1943, después de Stalingrado y la batalla de Kursk. Las constantes y estrepitosas derrotas del Ejército Rojo en 1941–1942, y las enormes pérdidas llevaron a parte de la gran masa de soldados a perder la fe en nuestro triunfo. Al igual que en 1941, las deserciones siguieron teniendo una gran incidencia durante 1942. Muchos desertores no consideraban sus acciones como una traición; para ellos, la realidad anterior a la guerra no constituía un ideal por el que morir y veían en la huida la única forma de escapar del sistema de esclavitud estalinista, creyendo ingenuamente que tras derrotar a la Unión Soviética, los alemanes destruirían el régimen estalinista y les concederían la libertad…

Los soldados de primera línea de nuestro ejército vivían en malas condiciones y con ropa mucho peor que la de los alemanes incluso a finales de 1942. En general, sus uniformes estaban desgastados: una vieja casaca, una deteriorada gorra cuartelera sin forma, botas con polainas de tela [muy utilizadas en el Ejército Rojo en lugar de calcetines] y abrigos andrajosos y raídos por el viento. En invierno nos daban chaquetas acolchadas con manchas de sangre lavadas para protegernos de las heladas. La comida era mala.

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