Al término de la campaña francesa de junio de 1940, la Panzerwaffe alemana contaba con la doctrina mejor validada para la guerra acorazada. Aunque la Wehrmacht seguiría perfeccionando su doctrina durante las campañas de 1941–1942 en el norte de África, los Balcanes y la Unión Soviética, la fórmula básica estaba bien consolidada y era comprendida por la mayoría de los mandos a nivel táctico y operacional. En particular, destacaba por sobresaliente el empleo de Kampfgruppen de armas combinadas, formados a partir de subunidades que operaban juntas habitualmente. La doctrina acorazada alemana demostró ser muy idónea para los espacios abiertos del norte de África y la Unión Soviética, donde las divisiones panzer podían dar lo mejor de sí.
La única debilidad real de la doctrina de guerra de maniobra germana era la concerniente a la sostenibilidad del combate: sencillamente, la Wehrmacht no disponía de suficientes recursos materiales y logísticos para llevar a cabo operaciones móviles prolongadas a larga distancia sin erosionar sus fuerzas. La falta de piezas de repuesto, de neumáticos de caucho, de combustible y de munición actuó a menudo como un freno mayor para las operaciones acorazadas alemanas de 1941–1942 que la propia resistencia enemiga. Los mandos alemanes tendían a asumir que proporcionar el apoyo logístico a las operaciones mecanizadas era problema de otros, lo que les permitía centrarse exclusivamente en las operaciones de combate –se trataba de un punto ciego en el entrenamiento que perseguiría a la Panzerwaffe durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial.