Lo sucedido a partir de ese instante recuerda sobremanera otras operaciones de caza de convoyes enemigos. Una vez alcanzada la mejor situación táctica posible, el HMS Aurora se aprestó a dirigir el ataque final como guía de su formación, con los demás buques en línea de fila, siguiendo sus movimientos, a 20 nudos. Lo hicieron en el siguiente orden: Aurora, Sirius, Argonaut, Quiberon y Quentin. Gracias a los equipos de radar, cada vez más perfeccionados, ya no era preciso desplegar y dispersar la fuerza atacante para localizar visualmente el objetivo.
En un buque de guerra, en pleno combate, la mayor parte de la dotación no puede ver al enemigo. Cada cual ocupa su puesto en el interior de ese buque. Solo unos pocos afortunados con destinos en el puente de mando, o en algunas de las piezas de artillería, o en los directores de tiro, son capaces de seguir los avatares de la batalla naval en vivo. Pero en esta ocasión todo estaba a punto para evitar que eso se repitiera. Porque Agnew se sacó de la manga una curiosa novedad. Le comunicó al alférez de navío Kenneth More, hasta entonces destinado en los cañones de 102 mm como oficial de tiro, que lo relevaba de ese puesto táctico.
Al parecer, no estaba muy satisfecho con el rendimiento de su subordinado. More era uno de los novatos que se habían incorporado a la dotación del crucero durante el parón de Liverpool, en la primavera anterior. Pero pronto lo reubicó. Sin embargo, Agnew no lo situó en un puesto de combate, sino que lo envió al puente bajo del Aurora para que, desde allí, el teniente More pudiera… ¡llevar a cabo la retransmisión en tiempo real del combate que se iba a librar en breve, utilizando los servicios de megafonía del buque! Esto causó sensación en el resto de la dotación y dicen las malas lenguas que esta práctica fue copiada por más unidades de la Royal Navy. Al terminar la guerra, Kenneth More pasó de ser un discreto oficial de artillería a convertirse en uno de los actores de cine más reputados del Reino Unido…
Aunque había tantos buques en la escolta como en la Fuerza Q, los cruceros británicos atacaron con decisión desde el principio, aprovechando su superioridad balística, sembrando la confusión en el convoy italiano. Los torpederos hicieron ademán de virar para alejarse hacia el Este, arrastrando tras de sí a los cuatro transportes, mientras los destructores aproaban hacia la Fuerza Q para posibilitar la huida del resto del convoy. Sin embargo, apenas iniciada esta maniobra, las primeras salvas de los buques británicos comenzaron a caer sobre esos buques. Demasiado pronto para ellos.
La primera nave alcanzada fue uno de los transportes, el KT-1…
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