Manstein describió en sus memorias la decisión de Hausser para evitar el cerco como completamente acertada. Sin embargo, añadió que: «Si la retirada de Járkov la hubiese llevado a cabo un general del Heer, no hay duda de que Hitler lo hubiera llevado frente a un consejo de guerra».
Manstein se refería a la suerte de Sponeck, que como comandante del XXXXII Cuerpo de Ejército, dio orden a la 46.ª División de Infantería de retirarse de la península de Kerch el 29 de diciembre de 1941 a fin de evitar un cerco. Sponeck contravino una orden del Führer del 26 de diciembre, que estipulaba que cualquier unidad que fuese atacada tenía que mantenerse en sus posiciones y oponer resistencia.
En un consejo de guerra presidido por Hermann Göring, el oficial de más alta graduación de la Wehrmacht, Sponeck fue condenado a muerte. Hitler le conmutó la pena por 6 años de confinamiento. Los casos de Sponeck y Hausser se diferencian fundamentalmente en que, aunque desde un punto de vista subjetivo ambos estaban convencidos de que esa era la única forma de salvar a sus tropas de una muerte segura, los superiores de Sponeck, que eran por aquel entonces el comandante en jefe del Grupo de Ejércitos Sur, mariscal von Reichenau y el comandante del Decimoprimer Ejército, coronel general von Manstein, no pensaban igual que él.
En el caso de Járkov, la situación era distinta. Empezando por Raus, que también tenía desplegadas algunas de sus fuerzas en la ciudad y pasando por su superior más directo, el general Lanz, hasta llegar a los dos mariscales Weichs y Manstein y el jefe del OKH, todos coincidían en valorar como equivocada la decisión de Hitler; esto es, mantener Járkov a toda costa, aun a riesgo de quedar cercados. Pensaban que, de preceder de ese modo, las consecuencias serían catastróficas.