Guderian, quien tras conocer el informe del contraataque francés se había dirigido hacia el frente a toda prisa, tuvo entonces que comerse sus propias palabras. Siempre había exigido que los panzer fueran empleados solo en formaciones compactas (Klotzen, nicht kleckern! ¡Pon toda la carne en el asador!) pero ahora tuvo que confirmar la decisión del comandante divisionario de enviar los panzer hacia delante en kleckerweise (a cuentagotas) –en otras palabras, compañía a compañía– según fueron cruzado el puente militar.
En esta situación, nuevamente, «cada minuto contaba» y en consecuencia no se esperó hasta que hubiera cruzado el río Mosa un batallón panzer completo o incluso un regimiento.
Krajewski atacó hacia lo desconocido solo con su compañía progresando hasta Bulson, que fue evacuado por los franceses en cuanto aparecieron los panzer, sin tener en cuenta a las fuerzas enemigas que aún estaban posicionadas allí. En su informe describe la escena decisiva que tuvo lugar en la colina 322 en torno a las 08:45:
«Atravesamos Bulson, que había sido evacuado por el enemigo, conduciendo cautelosa y lentamente, circulando en fila india, nos acercamos a la colina [322] al suroeste de la localidad. En el momento en que los primeros panzer alcanzan la cima recibimos un fuego importante. Nuestros dos blindados de cabeza encajaron varios impactos directos de piezas contracarro y ardieron».
Krajewski tuvo el tiempo justo de enviar un mensaje radio a su regimiento antes de que su carro también fuera alcanzado y tuviera que abandonarlo a toda prisa. Al sur de la cresta el corredor de Bulson se estrechaba como un embudo; aquel fue el lugar donde los blindados alemanes se dieron de bruces con las dos compañías de carros de combate francesas. Además, ocultos por los linderos de los bosques que se extendían a la izquierda y a la derecha avanzaron también dos batallones franceses de infantería, apoyados por cañones contracarro, de modo que atraparon en una pinza a la compañía alemana que se había abalanzado de cabeza hacia delante.
La principal resistencia francesa, no obstante, vino de los bosques de Fond Dagot que cerraban ese cuello de botella como un corcho. Dicho punto defensivo, que el atardecer del día anterior aún acogía el Puesto de Mando de la 55e Division d´Infanterie, había sido fortificado con búnkeres y redes de trincheras y en ellos se habían parapetado algunos restos de dicha división que ahora estaban luchando con notable determinación. Fueron las dos secciones contracarro allí posicionadas las que al inicio de la batalla hicieron blanco en dos de los panzer alemanes, incendiándolos, mientras que averiaban un tercero que se quedó parado en medio del campo de batalla.