Otro ejército amotinado, avisado de las intenciones púnicas, dejó los alrededores de Útica, que estaban sitiando una vez más, y en un número aproximado de quince mil combatientes intentaron cercar a Amílcar por la espalda.
A la vista de los acontecimientos, el Bárcida reorganizó sus tropas de tal manera que la caballería y los escuadrones de elefantes, que estaban en vanguardia, maniobraron por los extremos de la formación cartaginesa hacia la retaguardia de la misma al tiempo que la falange y la infantería pesada abandonaba esta posición y se desplegaba en orden cerrado frente al enemigo. Al ver las ordenadas maniobras del ejército de Amílcar, los amotinados se confundieron y creyeron que se batía en retirada y atacaron en un desorden poco aconsejable para entrar en combate y, menos aun, contra Amílcar Barca.
La división rebelde que llegaba desde Útica chocó contra las compactas filas de la falange libio-fenicia y la infantería pesada italoespartana y comenzó a sufrir su fuerza de combate, enseguida las pérdidas de los rebeldes fueron muy cuantiosas ante la muralla de acero púnica que avanzaba con las sarisas en ristre y los alanceaba al son de los tambores y las trompetas de combate. Poco después, la infantería ligera cartaginesa completaba la labor y atacaba a los rebeldes por su retaguardia y los obligaba a retirarse sin ningún orden y dejando cuantiosas pérdidas humanas sobre el campo de batalla.
El contingente dirigido por Espendio, que llegaba en ayuda de sus camaradas desde el campamento que custodiaba el puente, se encontró con sus compañeros de Útica derrotados y que se retiraban desmoralizados y en desorden hacia donde estaban sus filas. Espendio era resolutivo y enérgico, aunque un mal militar, e intentó reorganizar las líneas de los derrotados que huían para colocarlas junto a las suyas, pero se vio sorprendido por la irrupción de la caballería númida, la caballería de la Banda Sagrada y los elefantes de Amílcar que destrozaron sus flancos, mientras que la falange y la infantería pesada cartaginesas, ordenadamente, maniobraban para enfrentar a los hombres de Espendio, situaban y afirmaban las posiciones del campo de batalla, al tiempo que masacraban a cuantos le presentaban batalla en su avance imparable y destructor….
Que buen blog!! Gracias.