El ejército polaco tenía en 1550 el mismo nivel de desarrollo que los de Europa occidental en 1450, esto es, caballeros gendarmes fuertemente acorazados apoyados por caballería más ligera e infantería equipada con armas impulsoras. Sin embargo, su evolución posterior continuó por una senda completamente diferente. Los gendarmes occidentales respondieron a las mejoras de la potencia de fuego de la infantería incrementando el peso de sus armaduras y el de sus monturas.
Los polacos, por su parte, cayeron bajo la influencia de los modelos orientales, los otomanos, los tártaros, los serbios y, de forma particular, los húngaros. Estas reformas están asociadas con la trayectoria del rey soldado Esteban I Báthory (1576-1586). De algún modo, el gendarme al viejo estilo se fusionó con el húsar, un tipo de caballería húngara sin coraza, para formar la quintaesencia del guerrero polaco, el «húsar alado». En su forma más desarrollada, el húsar imponía una vista verdaderamente inspiradora. Llevaba una coraza de tres cuartos (como un coracero) y portaba una lanza de 4,6 metros y un sable pesado como arma de mano.
Estas unidades estaban lujosamente equipadas –las mejores compañías eran una especie de pasatiempo u ostentación para los grandes nobles- con los más poderosos caballos disponibles, elaborados adornos de piel de león, tigre o leopardo, y no menos de dos «alas» de madera emplumadas y decoradas con marcos de madera, que se fijaban a los hombros del jinete o a su silla.