Los británicos habían obtenido una clara victoria táctica en su primera acción carro contra carro en el norte de África. En la acción de Ghirba, los italianos perdieron 16 tanquetas CV-35, cuatro piezas de artillería de campaña y 13 camiones, además de lamentar más de 50 muertos y 101 prisioneros. Las unidades británicas no sufrieron ni una sola baja. A pesar de su victoria táctica, los británicos observaron varios problemas que el enfrentamiento de Ghirba puso al descubierto. En primer lugar, durante la acción se descubrió que los equipos de radio n.º 9 del 11.er de Húsares no podían comunicarse con los equipos de radio n.º 11 del 7.º de Húsares –y no sería ésta la última vez que las comunicaciones británicas se viesen comprometidas en el campo de batalla por no haber comprobado el equipo y las frecuencias antes del combate. Se comprobó que el armamento británico era bueno a corta distancia, pero ineficaz a distancias mayores.
Los carros de crucero A-9 deberían haber sido capaces de eliminar las tanquetas italianas a 600–800 metros, pero resultó imposible. La artillería italiana fue aún más ineficaz y no logró infligir daños de gravedad. Los enfrentamientos iniciales reforzaron también una mentalidad de los comandantes británicos centrada en los carros de combate, en la medida en que los destacamentos de infantería, artillería, ingenieros y contracarro no habían aportado gran cosa –los carros de combate y los vehículos blindados habían sido suficientes. Tampoco la falta de capacidad de defensa antiaérea de la 7.ª División Blindada parecía una vulnerabilidad notable, a pesar de los frecuentes ataques aéreos enemigos y de la falta de apoyo de cazas de la RAF.