Desde que los bombarderos cuatrimotores hicieron acto de presencia sobre los cielos europeos los pilotos de la Jagdwaffe estuvieron discutiendo de cual era la mejor manera de enfrentarse a ellos.
En un primer momento se pensó en una aproximación clásica desde atrás, pero el caza estaría sometido al fuego defensivo de las ametralladoras de 12,7 mm no sólo del bombardero atacado sino de sus compañeros que se disponían en formación de caja. Era necesario acercarse lo suficiente para estar al alcance de las MG 17 de 7,92 mm y con sus proyectiles trazadores corregir el disparo de los cañones MG 151.
El gigantesco B-17 ocupaba no sólo todo el visor de puntería Revi sino todo el parabrisas del caza, de hecho no sorprende que muchos pilotos abrieran fuego prematuramente y realizasen una maniobra evasiva. Los que esperaban a estar a distancia de tiro estaban también pendientes de buscar la mejor ruta de escape tras el ataque. Bajo estas condiciones raramente se llevaban a cabo los ataques del modo planeado. Otra dificultad añadida para los jefes de formación era volver a reunir a sus aparatos para realizar otra pasada pues los cazas salían en todas direcciones cuando realizaban las maniobras evasivas.
La aproximación frontal hacía que el caza se acercara al bombardero con una velocidad combinada de 900 Km/h de modo que el piloto de caza tenía un par de segundos al bombardero a tiro antes de sobrepasarlo mientras que el ángulo plano de ataque hacía prácticamente imposible la estimación correcta de la distancia.
La táctica se perfeccionó con experimentación demostrando que el ángulo optimo para el ataque era de 10º sobre la horizontal o lo que es lo mismo, «a las doce en punto». Estas tácticas fueron desarrolladas y pulidas por el Major Georg-Peter «Schorsch» Eder (78 victorias, 36 de ellas bombarderos pesados) y el Hauptmann Egon Mayer (102 victorias, 25 de ellas sobre los viermots).