Los carristas de la división panzer de Veiel, que solo llevaban seis semanas en el frente oriental, acabaron por descubrir el alarmante problema de alcanzar repetidamente a un T-34 soviético sin efecto alguno. Peor aun, la 5.ª División Panzer de Fehn, que era también una adición reciente al Grupo de Ejércitos Centro, informó del enfrentamiento entre un carro pesado KV-1 soviético y tres Panzer III y un cañón contracarro de 37 mm.
La suerte del KV-1 no quedó registrada, pero los tres carros alemanes resultaron destruidos. Como recordaba un carrista alemán en su diario el 20 de noviembre, tras acercarse a quemarropa en un combate contra un KV-1 dañado: «Le hicimos treinta disparos. Ninguno logró perforarlo. No había diez centímetros donde no hubiese un impacto directo. Nunca habíamos experimentado nada parecido».
Si las divisiones panzer estaban teniendo problemas con los nuevos modelos de carros soviéticos medios y pesados, el efecto sobre las divisiones de infantería, más pobremente equipadas, fue mucho peor.26 Blumentritt observó que estas formaciones «se sentían desvalidas e indefensas» y que se necesitaba urgentemente un nuevo cañón contracarro de al menos 75 mm de calibre. Sin embargo, como subrayaba Blumentritt, la ausencia de tal arma «marcó el comienzo de que lo acabaría llamándose el “terror a los carros”».