El Grupo de Ejércitos B lucha por sobrevivir – Enero de 1943. Manstein y la Tercera Batalla de Járkov. La estabilización del Frente del Este después de Stalingrado

El colapso del frente del Don tuvo como consecuencia que el grupo de ejércitos de Manstein tuviese que abandonar sus posiciones en el Chir, retirarse en dirección al Donets y llevar hacia el sur su ala izquierda, que se quedaba colgando en el aire. Mientras tanto, la distancia entre el caldero de Stalingrado y las líneas alemanas se iba haciendo cada vez más grande.

El aprovisionamiento del Sexto Ejército encargado a la Luftwaffe seguía sin ser el adecuado, cada vez más escaso, y la situación que se le planteaba a las cansadas tropas de Paulus era, en resumen, cada vez menos esperanzadora. Sin embargo, la principal preocupación no era ya el destino del Sexto Ejército. El principal temor era que los soviéticos fuesen capaces de estrangular y liquidar a los Grupos de Ejércitos A y del Don, asestando con ello una derrota a los alemanes de la que no se podrían recuperar. Hitler no estaba preparado aún para desviarse de su estrategia de defensa a ultranza (Haltestrategie) ni, como le insistían sus más allegados colaboradores, para autorizar acortamientos del frente que pudiesen llevar a una estabilización del mismo.

El 12 de enero de 1943 se inició la siguiente batalla del Grupo de Ejércitos B. En esa fecha dio comienzo la ofensiva del Frente de Voronezh contra el Segundo Ejército húngaro, esperada desde hacía días. En poco tiempo las líneas quedaron deshechas. Las divisiones húngaras no soportaron la presión y huyeron hacia el oeste. Había un sector del ala norte del Octavo Ejército italiano, apoyado sobre el Don, que aún no había sido atacado. Estaba defendido por el Corpo-Alpino y el XXIV Cuerpo Panzer (una división italiana y dos alemanas). Ahora corría serio peligro de quedar cercado. Las peticiones para retirar inmediatamente estas formaciones al objeto de establecer una nueva línea de frente fueron rechazadas por Hitler.

Tan solo el 18 de enero, cuando algunas formaciones emprendieron la retirada por propia iniciativa al perder el contacto con su línea de suministros, dio el OKH su aprobación para retirarse del Don. Y solo entonces, sufriendo muchas bajas, pudieron retirarse los agostados soldados hacia el suroeste, sin vehículos ni armamento pesado, teniendo que soportar temperaturas de hasta 40º C bajo cero.

Con la destrucción de las últimas formaciones aliadas del Eje, la iniciativa quedó en manos de los soviéticos en todo el teatro sur del Frente del Este. La estrategia de tener que defender a ultranza cualquier territorio conquistado sobrepasó, a todas luces, los límites de lo soportable. Pero Hitler, que se negaba a admitirlo, descargó la culpa sobre los ejércitos aliados y, contra todo sentido común, siguió aferrado a su idea.

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