Habíamos dejado a Mansfeld abandonando apresuradamente las tierras de Darmstadt y retirándose hacia el sur a marchas forzadas. El día 10 de junio llegó a la Abadía de Lorsch, en la Bergstrasse.
Debido al agotamiento que sufría su infantería por lo pesado de la marcha, unos 40 kilómetros desde Dieburg, no tuvo más remedio que hacer alto y acampar para dar descanso a la tropa. Los que habían quedado rezagados no tuvieron tanta suerte. Al anochecer, los campesinos del landgraviato salieron a caminos y campos y dieron muerte a muchos de ellos, en venganza por los males que habían padecido. Los protestantes escogieron un lugar pantanoso para plantar el campamento, al que se accedía por un puente, que dotado de dos reductos, parecía ofrecer una defensa adecuada para pasar la noche.
Mientras tanto, Pascual Berenguer, que mandaba la caballería española cedida a Tilly, había tomado la vanguardia de la caballería católica. Reconociendo las defensas y buscando un posible lugar de paso, desmontó a 50 arcabuceros, y atravesando por la marisma tomó los altos de una viña que dominaba los accesos al campamento protestante. Desde allí, atacando los reductos de flanco expulsó de ellos a sus defensores.
Percatándose Federico el Palatino de las bandas rojas que distinguían a los Españoles en el combate, del daño que estaban causando y del intento que hacían de apoderarse del puente, emprendió la huida, produciéndose entonces una espantada general por los bosques cercanos en dirección a Mannheim, que estaba a poco más de 15 kilómetros de distancia. Jorge Federico de Baden-Durlach deseoso de poder redimirse de la derrota de Wimpfen quiso estar en la retaguardia, concediéndoselo el Palatino.
Ambos se vieron muy comprometidos durante el asalto, y en la huida hubiera caído prisionero Federico si no se hubiera interpuesto en el último momento su secretario personal, que de forma generosa entretuvo a los católicos el tiempo suficiente para que su señor escapara. En
una persecución sin cuartel, la caballería Española y las tropas de Tilly, dieron buena cuenta de los desdichados protestantes en retirada, cuyos jinetes, desamparando a su infantería, huyeron finalmente al galope. Así lo relata don Gonzalo:
El no haber podido nuestra infantería seguir un paso tan largo, fue causa que entre los bosques no se les apretase mas, y la prisa con que su caballería se alargaba y la nuestra seguía, dejó la mayor parte de la infantería del enemigo atrás; la cual viéndose cortada, dejó las armas y se metió en los bosques y en los casares donde los villanos ofendidos de sus desórdenes, les fueron fiscales, y nuestra infantería cuando llegó, dividiéndose en pequeñas tropas, les fue degollando en tanto número que se puede decir que de la infantería del enemigo escapó muy poca. La caballería pasó el puente del Neckar con tanto desorden que si tuviéramos día y aliento para seguirla, fuera rota también de todo punto.
Entre los caballeros protestantes capturados se encontraba el conde Felipe de Mansfeld, primo segundo de Mansfeld. Cuando sus captores católicos le preguntaron si era conde de Mansfeld les respondió airado que él era el verdadero, y no el otro, refiriéndose a la condición de bastardo de su primo Ernesto. También se hallaban cautivos el conde palatino Cristian I de Birkenfeld-Bischweiler, un reingrave, el coronel Goldstein y más de 20 capitanes, sufriendo el Palatino la pérdida 4.000 hombres101 entre muertos, heridos y desbandados. En el bando católico hubo que lamentar 60 muertos, entre los que se hallaban 2 capitanes de caballos, siendo uno de ellos Monsieur de d’Aubermont [Ver Libro Primero].
Pese a que este olvidado hecho de armas ha quedado para los estudiosos más como una acción que como una batalla, fue el segundo revés protestante en cuestión de un mes; y aún más que
por su importancia militar, debe ser tenida en cuenta esta Acción de Lorsch por evitar que los dos ejércitos protestantes de Mansfeld y de Brunswick llegaran a reunirse, lo que hubiera supuesto un gran contratiempo para la causa católica, y por quedar desprotegida la operación
de cruce del Meno de Cristian de Brunswick, al que batirán los católicos a placer 10 días después.
En ningún lugar hemos encontrado referencias o alusiones a la participación de Mansfeld en este hecho de armas, y ello pudiera deberse a que desde el día 5 de junio sufría un fuerte ataque de gota, que le produjo algunos desvanecimientos y lo obligó durante unas semanas a desplazarse en carroza, pudiendo inferirse que en ese momento no estuviera en disposición de ponerse al frente de su ejército….
LOS TERCIOS DE FLANDES EN ALEMANIA – La Guerra del Palatinado, 1620-1623