Nuestra cabeza de puente había sido bloqueada por un carro super pesado KV-1. Pasaron las horas pero el carro apenas si se había movido, aunque esporádicamente disparaba en la dirección de Raseinai. A mediodía del 24 de junio los exploradores informaron que el gigantesco blindado se encontraba solo en mitad de la carretera.
En consecuencia ordené a la batería de cañones contra carro de 50 mm del teniente Wengenroth que se situara a una distancia que le permitiera destruir el carro. De repente el primer disparo relampagueó desde uno de los cañones, trazando una trayectoria como un rayo de plata hasta el blanco. En un instante, el proyectil perforante había recorrido los 600 metros. Se produjo un fogonazo, seguido del sonido de un violento impacto. ¡Un impacto directo! Un segundo y luego un tercer disparo le siguieron.
Tropa y oficiales por igual aclamaron y gritaron al unísono como si fueran espectadores de un concurso de tiro. «¡Un impacto! ¡Bravo! ¡Han acabado con el carro!» El blindado no se movió hasta que hubo sido acribillado por al menos ocho impactos directos. Entonces su torreta comenzó a girar, apuntó cuidadosamente y silenció metódicamente nuestra batería contracarro con unos porcos proyectiles de 80mm. El teniente Wengenroth, después de retirar a su gente volvió a la cabeza de puente profundamente deprimido. Sus cañones recién incorporados, en los que había depositado su absoluta confianza, habían demostrado ser completamente inadecuados contra el monstruo blindado. Un sentido generalizado de decepción cayó sobre todo el Kamfgruppe…..