
Hitler respondió con una negativa y ordenó al Sexto Ejército seguir luchando. Ante esta orden, Manstein decidió llamar directamente al cuartel general del Führer el 22 de enero.
Manstein: Y cuando se haya disparado la última bala, ¿qué?
El Führer: Nada cambiará el destino del Sexto Ejército. Paulus tiene que resistir, aunque le quede un perímetro de bolsa minúsculo. De esta forma retendrá muchas fuerzas soviéticas. El tiempo nos dirá si se puede ayudar con el Primer Ejército Panzer, que se dirige hacia el norte.
Manstein: En cualquier caso, hay que contar con que el Sexto Ejército se va a derrumbar. Las fuerzas enemigas que se van a liberar se dirigirán sobre los grupos de ejércitos. Estoy seguro, estoy seguro [sic] de que en 3-4 semanas estarán en Starobelsk.
El Führer: incluso si Paulus consigue aguantar algunos días más, será de ayuda. Especialmente a su grupo de ejércitos, Herr Feldmarschall. Haré, si es posible, que el Primer Ejército Panzer suba hasta su sector. Nos quedaremos con una pequeña cabeza de puente en la península de Tamán. La capitulación del Sexto Ejército es, desde el punto de vista del honor, imposible, además de que los rusos no mantendrán sus promesas.
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