La primera oleada estaría formada por doce Fairey Swordfish y la segunda por nueve. De los doce aviones de vanguardia seis irían armados con torpedos y cuatro con media docena de bombas de 110 kg. Los dos últimos aparatos llevarían una combinación de cuatro bombas de 110 kg más dieciséis bengalas con caída ralentizada por paracaídas. La configuración de la segunda oleada sería de cinco aeroplanos con torpedos, dos con seis bombas y dos con la combinación de cuatro bombas más dieciséis bengalas.
Aunque la luna casi llena garantizaba una noche clara e iluminada, se utilizarían las bengalas para conjurar un repentino oscurecimiento debido a las nubes y facilitar el ataque ya que las bengalas serían lanzadas al este de la dársena, con el propósito de hacer resaltar las siluetas de los buques para todo aquel que las viera desde el oeste, la dirección por la que debían aproximarse los aviones torpederos.
A las 20:00 horas del 11 de noviembre de 1940 el portaviones Illustrious aumentó la velocidad y, poniendo proa al viento, hizo que sobre su cubierta de vuelo el aire circulara recto y a 30 nudos, una condición ideal para el despegue de los 12 apretujados biplanos Fairey Swordfish que esperaban a popa con sus alas plegadas.
Tras iluminarse la luz verde del semáforo adosado a la isla del portaviones, los asistentes de cubierta desplegaron las alas del primer aparato, le quitaron los calzos y se agacharon para dar paso al Swordfish que, con el motor al máximo, recorrió la corta pista hasta fundirse con la penumbra. Diez segundos después -el tiempo mínimo para que se disipara la turbulencia generada durante el despegue- los asistentes repitieron el proceso.
Solo dos minutos debieron transcurrir para que la cubierta de vuelo quedara despejada. Culminado el despegue el Illustrious bajó la velocidad a 17 nudos e inició una amplísima virada para hacer que, una vez descrito el círculo, la unidad estuviera en el mismo punto X al momento de lanzar la segunda oleada.