
La doctrina china de «ganar sin luchar» (al igual que las medidas activas de Rusia) está diseñada para influir en los asuntos internacionales en su propio beneficio. Sin embargo, ambos países tienen objetivos diferentes: Rusia emplea la acción encubierta para generar división en las alianzas occidentales y crear el caos en sus democracias, mientras que China busca proyectar una imagen positiva de sí misma como alternativa a su competidor occidental, alejando a los países de Estados Unidos y llevándolos a su órbita de influencia. Sin embargo, como en tantas otras cosas, cuando se trata de espionaje y acciones encubiertas, el PCCh ha llevado las cosas a un nivel completamente nuevo en comparación con el pasado. El MSS cuenta con unos ochocientos mil funcionarios, lo que empequeñece al KGB incluso en su apogeo.
El gobierno chino ha calcado para la COVID la misma teoría de la conspiración urdida por el KGB con el SIDA. Ya sea a propósito o por casualidad, Pekín ha impulsado una campaña de desinformación de que la COVID-19 era un arma biológica desarrollada por el ejército estadounidense. El gobierno chino ha llegado a afirmar que la COVID-19 se originó en Fort Detrick, el mismo centro de investigación militar norteamericano donde el KGB afirmó que se había diseñado el SIDA. Lo antiguo no pasa de moda.
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Servicios Soviéticos de Información y Seguridad, la dimensión paramilitar.
