Era inevitable que, en algún momento de esta guerra, la nueva forma mecanizada de combatir se enfrentase a la vieja. El alférez M. Kamil Dzewanski, jefe de sección de la Brigada de caballería Polaca Suwalki, recuerda cómo su unidad tuvo que improvisar para hacer frente a los panzer alemanes. Emplearon tácticas de «perseguir, emboscar y engañar». Describió cómo «nos arrastrábamos bajo los tanques para destruir las cadenas con granadas de mano, o aproximarnos y arrojar lo que los finlandeses llamarían más tarde «cócteles Molotov».
La brigada contaba con cierto número de pequeños cañones anticarro, con frecuencia hipomóviles, con los cuales la brigada se anotó la destrucción de treinta y un vehículos blindados. La ferocidad de la caballería polaca, que era vista solo fugazmente por entre los extensos bosques, era legendaria. La unidad del capitán de las SS Kurt Meyer fue sorprendida por la caballería polaca, surgiendo al galope de entre una cortina de humo. El fuego de armas ligeras no pudo detenerles. «Fue solo cuando la sección de motocicletas abrió fuego y abatió a algunos caballos cuando el fiero destacamento de caballería galopó de vuelta a la niebla».