Los bersaglieri y los panzer arrollaron las posiciones de parte de la infantería neozelandesa de la 6.ª Brigada hacia las 10.30 horas, pero entonces intervino el Escuadrón B del 8.º RTR. Para el teniente Stuart Hamilton, jefe de compañía del Escuadrón B, la acción carro contra carro que se libró a las 11.00 horas fue su bautismo de fuego:
«Cuando estábamos llegando a la cima de la cresta, a unos siete u ocho kilómetros por hora, recibimos de repente el impacto más tremendo imaginable en el lado izquierdo de la torreta, una llamarada me rodeó las piernas y quedé temporalmente conmocionado por la explosión y cegado por algo que me salpicó en los ojos y la cara. Cuando volví en mí y me limpié el rostro con las manos, que quedaron ensangrentadas y pringosas, miré hacia el interior humeante de la torreta y vi que la radio que había a mi lado estaba ardiendo. Había dos orificios ennegrecidos por el humo en el lado izquierdo de la torreta y mi tirador yacía desplomado sobre el cañón. Le faltaba casi todo el lado izquierdo de la cara y la parte superior de la cabeza, y yo estaba salpicado de su sangre y su masa encefálica».
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