En 1944 hubo demasiadas operaciones como para tratar de llevar a cabo un análisis exhaustivo. Me he circunscrito a las tres de mayor magnitud, más importantes y más exitosas, que estuvieron simbióticamente relacionadas y que lograron en conjunción un resultado decisivo.
Son las que mejor ilustran la disciplina del arte operacional. Pero, además de contemplar estos éxitos, también pongo de manifiesto que otras operaciones se quedaron lejos, a veces muy lejos, de sus objetivos asignados. El ejército alemán era todavía un formidable oponente y muchos generales soviéticos carecían de la experiencia, la formación y la capacidad para dominar con maestría y de manera oportuna conceptos y técnicas en constante evolución, en algunos casos sin remedio.
Por ejemplo, solo la Operación Bagration, de cinco semanas de duración, fue concebida y ejecutada sobre una escala geográfica mucho mayor que toda la campaña de ocho semanas iniciada con la penetración en Normandía y que se extendió hasta mediados de septiembre: cubrió un área de 550 por 650 kilómetros, comparada con la aliada de 350 por 450-500 kilómetros, e involucró a 2,3 millones de hombres comparados con el 1,5 millones en el Oeste.