Las refinerías petrolíferas de Pladjoe, al este de la ciudad de Palembang y Seongai Gerang en el río Moesi al sureste de Sumatra, estaban todavía parcialmente cubiertas por el humo causado por un bombardeo japonés a gran altura. A las 1830 del 14 de febrero de 1942 las primeras oleadas de aviones de transporte se aproximaron. Al principio había poco de lo que alarmarse mientras los 70 Lockheed Hudson con convincentes marcas de la RAF aparecían a la vista, hasta que comenzaron a saltar paracaidistas. Unos 350 japoneses se lanzaron en cada oleada a ambos lados del río Moesi al tiempo que se desencadenaba una tormenta de fuego antiaéreo.
Los aviones alcanzados comenzaron a soltar humo durante la pasada a unos 183 metros de altitud. Parecía que entre siete y nueve hombres habían saltado de cada uno. Mientras los aviones tocados se estrellaban, el resto comenzó a ganar altura para evitar las concentraciones de ráfagas de la flak que tenían enfrente. Muchos de los pilotos no habían estado nunca bajo el fuego y el lanzamiento se fue dispersando de manera creciente a medida que los paracaidistas japoneses, tocando tierra bajo el fuego, se fueron reuniendo laboriosamente en grupos.
Dos aviones estaban lanzando contenedores y equipo pesado y uno de ellos entró en barrena, otro más del total de 16 que fueron derribados. Esa noche la lucha fue confusa y no concluyente. Los paracaidistas que cayeron dentro de la refinería de Pladjoe fueron aniquilados por los defensores holandeses, y otros que descendieron a lo largo de la valla que rodeaba la refinería de Soengai Gerang fueron eliminados al llegar a tierra. Explosiones sordas iluminadas por grandes bolas de fuego comenzaron a surgir dentro de las refinerías después de que comenzara su demolición.
Más paracaidistas cayeron a las 1000 y a las 1400 del día siguiente cerca del aeródromo, que fue pronto ocupado, anticipando la llegada del contingente naval japonés que capturó la ciudad de Palembang. Todo había acabado, pero las refinerías de petróleo estaban incendiadas.