El único vehículo de combate soviético que podía hacer frente de forma efectiva a los carros pesados alemanes en el verano de 1943 era el SU-152, un cañón de asalto montado sobre el chasis de un KV-1, armado con un cañón de tipo obús de 15,2 cm.
El máximo poder de penetración de los proyectiles de este cañón llegaba a 13 o 14 cm. No obstante, disparando desde cortadistancia y siempre que el impacto fuese en ángulo recto. Con estos datos, teóricamente todos los carros alemanes podrían ser atravesados frontalmente, excepto el Ferdinand.
Desde 1000 metros e impactando con un ángulo favorable, todavía podían penetrar entre 11 y 12 cm de acero. Sin embargo, en cuanto el ángulo de impacto se desviaba unos 30 grados de la perpendicular, esa era la configuración estándar en las pruebas de disparo alemanas, el poder de penetración bajaba a entre 9 y 10 cm. Así pues, las tripulaciones de los Tiger y Panther aún tenían oportunidad de salir indemnes de un impacto frontal de un SU-152, aunque el efecto provocado por los casi 50 kg del proyectil del SU-152 era en realidad más destructivo que los centímetros de penetración que los tests arrojasen.
Así por ejemplo, en un informe de postmisión del 503.º Batallón de Carros Pesados fechado el 10 de octubre de 1943, se dice que «el impacto de un cañón de asalto soviético sobre un Tiger, incluso desde 1.500 metros en adelante podía producir daños severos en la bañera y grietas en la plancha frontal». Además, la sacudida tan fuerte siempre provocaba que todos los soportes del habitáculo del carro se descolgasen.