El general Erich von Manstein había desempeñado varios cargos de responsabilidad en el estado mayor y en unidades sobre el terreno, entre ellos el de jefe de la rama de operaciones del Estado Mayor General entre 1935 y 1936, y segundo del Jefe del Estado Mayor del Ejército, Ludwig Beck, entre 1936 y 1938.
En la campaña polaca había servido como jefe del estado mayor del Grupo de Ejércitos Sur de Rundstedt, a cuyo mando seguía todavía destinado en 1940 (ahora designado Grupo de Ejércitos A). Su primera reacción al plan del OKH, escribiría más tarde en sus memorias, Victorias Frustradas, había sido «más emocional que intelectual»:
Las intenciones estratégicas del OKH me sorprendieron por ser esencialmente una imitación del famoso Plan Schlieffen de 1914. Encontré humillante, por decir lo menos, que nuestra generación no pudiese hacer nada mejor que repetir la vieja receta, incluso aunque ésta fuese el producto de un hombre como Schlieffen. ¿Qué podría esperarse al poner en marcha un plan de guerra que nuestros oponentes ya habían ensayado con nosotros una vez con anterioridad?»
Era una especie de repetición, y Manstein podría haber añadido que el desempeño anterior había sido objeto de revisiones decididamente críticas. Aún peor, esta versión carecía del brío o de la determinación de Schlieffen por la destrucción. «Schlieffen había redactado su plan con la vista puesta en la derrota total y definitiva del ejército francés»: «El plan de operaciones de 1939, por su parte, no contenía una intención bien definida de continuar la campaña hasta su conclusión victoriosa.
Su objeto era, de modo bastante claro, la victoria parcial (derrota de las fuerzas Aliadas en el norte de Bélgica) y ganancias territoriales (posesión de la costa del Canal como base de futuras operaciones)».