La brigada había frustrado un amenazador intento de ruptura germano-italiano en el valle de Tamera en marzo.
«La noche más miserable que recuerde: mantas, guerreras, calados hasta los huesos, pies dentro de botas mojadas, y el agua de lluvia rezumaba por el suelo y los laterales de la tienda de campaña».
Una lucha salvaje entre barro arcilloso rojizo, con las aletillas de los monos paracaidistas agitándose les valió a los paracaidistas pringados de barro el apodo de «Diablos Rojos» por parte de los alemanes. Las boinas rojas no se llevban en la batalla.
Una tradición de los soldados se originó en esta tormenta de fuego. Who-ooho-Ma-hamed! se convirtió en el grito de guerra del 1.º Batallón Paracaidista , tomado de la manera en que se llamaban los árabes locales los unos a los otros desde las colinas. «Con independencia de lo que fuera el grito, los paracidistas lo adoptaron», recordó el corporal Reg Curtis. El sargento Eddie Hancock lo encontró mucho más apropiado que «Morimos por el Führer».