«La guerre est finie, je m’en fou», oíamos gritar a algunos soldados franceses. ¿Qué pasaba con el célebre ejército francés que tan valientemente había luchado contra nosotros en la Primera Guerra Mundial y en igualdad de condiciones? En primer lugar, pensamos, la «inexpugnable» Línea Maginot les había otorgado una sensación de seguridad total; en segundo lugar, habían subestimado, sin duda, nuestra fuerza de combate y nuestra movilidad. No extrajeron lecciones de la blitzkrieg en Polonia. Además, la voluntad francesa de hacer la guerra contra nosotros parecía muy débil, a pesar de que al frente del ejército francés se encontraban líderes tan destacados como el mariscal Pétain y el general Weygand.
No teníamos ninguna información sobre la situación en los distintos sectores del frente ni de éste en su conjunto. Teníamos la sensación de estar solos al frente de una división que avanzaba tempestuosamente. «¡Adelante!» era siempre el grito.
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La batalla del Paso de Kasserine.