El paracaidista argentino Alejandro Ramón Cano reflexionaba sobre el conflicto de las Malvinas: «Cuando nos informaron de que los ingleses habían tomado la playa de San Carlos supimos que habíamos perdido, así son las cosas». Aunque después se librarían duros combates, el establecimiento y mantenimiento de la cabeza de playa de San Carlos fue fundamental para el éxito británico.
Según el almirante John Fieldhouse, comandante de la Fuerza Operativa 317, «el plan de engaño se planteó en función de la creencia de que los argentinos esperarían que siguiésemos las tácticas norteamericanas y asaltásemos una playa cercana a Puerto Argentino».
Los británicos eligieron San Carlos tras un extenso proceso de reconocimiento y evaluación. El área objetivo anfibia tenía que ser defendible contra las amenazas de superficie y submarinas, y el fondeadero debía ser tranquilo y lo suficientemente profundo para los barcos. Se requería una orografía lo suficientemente baja como para que los radares de los buques detectasen a los aviones que se aproximasen, pero lo suficientemente elevada como para impedir que el enemigo pudiese apuntar a los buques desde larga distancia. Se necesitaban varias playas con pendientes adecuadas y la posibilidad de realizar desembarcos en la parte seca, así como espacio suficiente para establecer una zona de apoyo en la playa.
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