Allenby, su estado mayor y sus comandantes subordinados también estuvieron de acuerdo en la importancia de convencer a los turcos y a sus asesores alemanes de que el eje principal de la ofensiva británica golpearía Gaza, no Beerseba, a fin de mantener a los defensores fijados allí e impedir cualquier refuerzo de Beerseba que pudiese resultar fatal. Trasladar dos cuerpos de ejército –un total de 56.000 hombres encuadrados en cuatro divisiones de infantería y dos montadas, junto con 200 piezas de artillería- de un extremo del frente al otro suponía una tarea difícil en cualquier circunstancia, pero la necesidad de mantener el secreto exigía, además, un minucioso plan de engaño.
Sus planificadores sabían que los otomanos creían que los británicos atacarían Gaza por tercera vez y lo utilizaron en su beneficio. Las fuerzas británicas habían descifrado comunicaciones enemigas en las que comandantes turcos y alemanes discutían que un ataque contra Gaza sería más fácil de apoyar desde el punto de vista logístico debido al ferrocarril y a la proximidad de la ciudad al mar Mediterráneo. Los británicos también sabían que a los mandos otomanos y alemanes les preocupaba la posibilidad de un desembarco anfibio. El enemigo no mostraba especial temor por la posibilidad de que se produjese una gran ofensiva contra Beerseba. En consecuencia, los planificadores británicos no tuvieron que cambiar la visión de su enemigo, sino que se limitaron a reforzar sus opiniones preconcebidas.
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