La Operación Kadesh demostró que las IDF podían manejar fuerzas móviles como pocos ejércitos en el mundo. Demostró de manera concluyente que un ejército de reclutas y de reservistas apresuradamente reunidos podía manejar armamento moderno y operar en un ambiente de potencia de fuego. Hacía cuestión de horas que algunos de los soldados israelíes se habían puesto el uniforme y ya marchaban por el Sinaí. Demostró que un ejército no necesitaba tener una estricta disciplina cuartelaria o presentar un aspecto impoluto para llevar a cabo operaciones destructivas y decisivas. Esto causó alguna consternación en los observadores militares extranjeros:
«Los oficiales son llamados a menudo por sus nombres de pila entre sus hombres y entre sus colegas; hay muy pocos saludos, hay mucha barbilla sin afeitar; no hay signos externos de respeto por la superioridad; en hebreo no existe la palabra “señor”. Toda mi experiencia anterior en los ejércitos norteamericano y británico me ha enseñado que la mejor disciplina durante la batalla depende de la buena disciplina en los cuarteles. El ejército israelí parece desmentir esa noción».
Finalmente, Kadesh demostró que el concepto de Auftragstaktik, que permite a los comandantes de graduaciones inferiores tomar la iniciativa para actuar según dicte la situación aun cuando ello suponga hacer caso omiso de órdenes superiores, estaba todavía vivo y disfrutaba de buena salud en las FDI, a menudo de una forma extrema.