Durante la primera hora o dos, los mandos alemanes no podían siquiera empezar a estimar el tamaño y alcance de la operación aliada. El Hauptsturmführer Hans Möller, que conducía a velocidad frenética a su cuartel general divisionario, trató de organizar sus pensamientos. «¿Qué nos depararía el futuro? ¿Qué estaba pasando?».
Eran las 14:00 horas. Un total de 331 aviones británicos con 319 planeadores y 1150 aviones americanos que remolcaban 106 planeadores habían tendido una «alfombra» aerotransportada, concentrada en tres zonas entre Eindhoven y Arnhem. En el transcurso de una hora y 20 minutos aproximadamente 20 000 paracaidistas y soldados de infantería transportados en planeadores aterrizaron en buen orden muy por detrás de las líneas alemanas. Los soldados alemanes en el frente contemplaron con ansiedad estas enormes formaciones aéreas que pasaban atronadoramente hacia su retaguardia pues no querían verse aislados.
Un planeador Waco de la primera oleada fue abatido cerca del cuartel general de Student en Vught. Al rebuscar entre los restos, un Feldwebel encontró una cantidad de documentos de tal importancia que en cuestión de horas estaban en el escritorio del general. Los papeles eran un conjunto de órdenes para Market, el plan aéreo. Se pudo juntar suficiente material para que el estado mayor del LXXXVIII Cuerpo le aconsejara a su comandante aquella misma noche que: “A la 101a División Aerotransportada americana se le ha encargado tomar los puntos de cruce sobre los cursos de agua; en Son-St. Oedenrode y Veghel y sostenerse en ellos hasta que las fuerzas terrestres británicas los releven”.