La tarde del 24 de octubre, en el aeródromo de Wiener Neustadt, Rommel subió a bordo del Heinkel 111 acondicionado especialmente como su transporte. Luego voló hasta África del Norte después de hacer una escala en Roma. Allí Cavallero volvió a prometerle más abastecimientos. También se decidió que la nueva denominación de su ejército era Deutsch-Italienische Panzerarmee, o Armata Corazzata Italo-Tedesca, una medida que intentaba limar las asperezas con los italianos a causa de los convoyes. Sin embargo, a pesar de las promesas del Comando Supremo, ningún petrolero consiguió llegar a Libia en el mes de octubre y, en el momento en que Montgomery había lanzado su ofensiva, los panzer disponían de apenas una décima parte del carburante necesario para combatir.
El diario de operaciones del Afrika Korps indicaba que, si no se recibían más combustible y municiones para el 26 de octubre, la situación sería de potencial catástrofe. Bayerlein calculaba que el consumo de municiones estaba a favor de los británicos en una proporción absurda de 500:1. La batalla estaba técnicamente perdida para el Eje antes incluso de haber comenzado. El Heinkel aterrizó en el aeródromo de Qasaba a las 17:30 horas del 25 de octubre. Rommel tomó una avioneta de enlace Fieseler Storch con la que se dirigió al frente. En Fuka, la oscuridad le obligó a continuar el trayecto en automóvil. Solo llegó a su puesto de mando en Burg el Arab a las 23:30 horas. En sus posiciones, castigadas por el bombardeo, el teniente Giuseppe Santaniello escribió en su diario: «Cuánta fe se tiene en ese hombre (…) ¿Por qué? Porque lo vimos pasar entre nuestras baterías en su tanque, en el fragor de la batalla. ¿No le dice eso algo a nuestros generales?»
A medianoche del 25 de octubre Rommel ordenó que la 21.a Panzer se moviera desde el sur hasta una posición de bloqueo al oeste de las brechas en los campos de minas. El objetivo de Rommel era expulsar a los británicos de las brechas y recuperar la totalidad de la línea de defensa principal.
Rommel ya había librado batallas bajo un cielo dominado por los aviones británicos. Pero las condiciones en las que su ejército debía combatir ahora eran desconocidas. El fuego de barrera británico castigaba las nuevas posiciones a las que se habían replegado los supervivientes del ataque del 23 de octubre. En ocasiones, como señala el propio Rommel, el fuego rodante de la artillería enemiga era hasta quinientas veces más intenso que el fuego de contrabatería del Eje. Los ataques de la RAF eran cada vez más efectivos y se prolongaban durante las 24 horas. De día, los cazabombarderos ligeros atacaban las columnas del Afrika Korps. Guiados por las bengalas de magnesio rojo de los Albacore, los Wellington seguían de noche. Cazas nocturnos patrullaban sobre las bases de la Luftwaffe para interceptar sus salidas. Un grupo de cazabombarderos destruyó todos los blindados del grupo de protección de Rommel…
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