En las lanchas más pequeñas se dejaron sentir efectos mucho más serios de la mala mar a medida que éstas se dirigían del área de reunión a la línea de partida. Las LCVP y las LCA quedaron empapadas de espuma desde el principio y la mayoría comenzaron a embarcar suficiente agua como para tener que poner las bombas a pleno rendimiento. Las bombas no daban abasto en muchas de las lanchas, de modo que las tropas de asalto se tuvieron que poner a sacar agua con los cascos.
Las lanchas que tenían problemas de bombeo tendían a quedarse atrás y cualquier intento de incrementar la velocidad para alcanzar al resto se traducía en la entrada de una cantidad de agua mucho mayor. Solo una minoría de lanchas se vieron en apuros serios. De las 180-200 lanchas empleadas en los dos asaltos del regimiento de infantería, se sabe que diez cargadas de infantería se inundaron del todo, algunas al principio y otras cerca de la orilla. Casi todo el personal de estas lanchas fue rescatado por embarcaciones de la Marina o por buques que se hallaban en las inmediaciones, en muchas ocasiones después de pasar horas en el agua.
Los solados fueron empapados en la mayoría de las lanchas desde la misma salida por culpa de la espuma y los mareos fueron generalizados. Las secciones de lancha de las mismas formaciones, integradas por hombres que habían comido el mismo desayuno y tenían el mismo entrenamiento, se vieron afectados de forma muy desigual, oscilando las tasas de «bajas» del cero al cien por cien. Los hombres, entumecidos después de quedar empapados, agobiados por la inmovilidad en una embarcación tan pequeña y completamente cargada, y debilitados por el mareo, no estaban en las mejores condiciones para una acción extenuante en la playa.
Sin embargo, ya se habían producido y abordado contratiempos similares en los ejercicios de entrenamiento y muchos hombres, incluso entre los mareados, se mostraban entusiasmados con la ocasión. Un oficial recordaba que sus tropas hablaban sobre «el estado caótico en el que estaría la playa por la acción de las bombas y los cañones de los navíos», aunque su propia impresión era que: «Parecía otro gran despliegue táctico frente a Slapton Sands y no me podía sacar de la cabeza que iba a ser otra miserable jornada de dos días con una ducha caliente al final»….