Tras buscar inútilmente a los holandeses en Mariveles, donde les situaban los informes, que hablaban de algún desembarco rechazado por las milicias locales, los dos galeones españoles remontaron hacia el Norte, avistando por fin a sus enemigos a las 9 de la mañana del 15 de marzo, en concreto una embarcación a remo que se dio rápidamente a la fuga, pero volviendo a eso de la una de la tarde con los cuatro galeones enemigos.
El insignia holandés disparó un cañón como desafío, errando el tiro, la respuesta de la capitana española fueron dos cañonazos, uno de los cuales, de 30 libras de bala, acertó a su enemigo en la roda, destrozándole el tajamar. Ambos bandos formaron en línea y el cañoneo se prolongó durante casi cinco horas, hasta la puesta del sol, en que los holandeses, evidentemente vapuleados por el fuego español, se retiraron, apagando incluso sus fanales para no ser seguidos.
En los días siguientes D. Lorenzo Orella intentó dar caza a los derrotados, remontando hasta cabo Bojeador, extremo norte de Luzón, sin lograrlo, por lo que se retiró a Bolinao a reparar sus buques y aparejos, enviando correos a Fajardo sobre el resultado del combate, que elevó considerablemente la moral de los españoles, tanto porque las averías habían sido pocas, como por las muy escasas bajas: ningún muerto y sólo un puñado de heridos.
De los holandeses, evidentemente muy dañados, no se volvió a saber, debiendo regresar a sus bases. Fajardo fijó inmediatamente una nueva misión a los dos galeones: ir hacia el estrecho de San Bernardino para escoltar la llegada de la nao de Acapulco, el «San Luis», al que se esperaba hacia mediados de julio….