Por lo demás, pocos días antes de la llegada del Aurora, ese fiordo había sido un mudo testigo de crueles enfrentamientos entre unidades de la Royal Navy y de la Kriegsmarine, hasta convertirse en un auténtico cementerio de buques y de hombres de mar, ya lo fueren por elección o por la fuerza, como ellos mismos.
Quizá algún marinero pensaba que, después de todo, las misiones de escolta de convoyes en aguas abiertas, siempre cerca de sus propias bases –comparado con Narvik- no estaban tan mal. ¿Cuál iba a ser su suerte en un lugar de tantos contrastes? Por lo pronto, el mismo día 15 de abril los británicos sufrieron al particular comité de bienvenida montado por los alemanes. Dos destructores de los que integraban la escolta (los HMS Fearless y HMS Brazen) que en ese momento operaban en misión de patrulla antisubmarina, hundieron el submarino U-49, que acechaba con idéntica finalidad en las proximidades. Cualquier despiste o cualquier error, por pequeños que fueran, podían resultar fatales.
Pero los marineros del Aurora no tenían tiempo para pensar. Las primeras acciones de bombardeo ya fueron muy exigentes. Mackesy acabó pidiendo ayuda a la Royal Navy para detener el flujo de suministros alemanes que llegaban sin cesar a Narvik. El vicealmirante Withworth pensó que lo mejor sería la intervención de fuerzas de combate ligeras, formadas a base de cruceros y destructores, sin arriesgar a los acorazados.22 Lord Cork recogió gustoso el guante. Por fin llegaba la oportunidad de Hamilton.
El día 16 de abril el Aurora ya penetró en el Rombaksfjord y sus cañones de 6 pulgadas abrieron fuego contra varios fortines alemanes. Los objetivos eran las concentraciones de tropas, cuando se divisaran. Pero, sobre todo, eran los muelles, los puentes, así como las vías transitables. En definitiva, todo lo que pudiera facilitar la movilidad de las tropas alemanas en la zona de operaciones. Dos días más tarde se repitió el bombardeo sobre las mismas posiciones. Estos ataques causaron estragos en las trincheras enemigas, aunque, como es lógico, no fueron suficientes para doblegar la voluntad de resistencia de esos hombres…
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